La justicia de Dios


Entre todos estos atributos divinos, el más importante de todos es la justicia. A esto se debe que tengamos que ser salvos en conformidad con la justicia de Dios (Ro. 1:16-17; 3:21-22).  
Si solo fuéramos salvos únicamente conforme a la gracia de Dios, o conforme al amor de Dios, nuestra salvación no estaría justificada legalmente, esto es, carecería de base jurídica. Todo lo que procede de la justicia es jurídico, legal, conforme a la ley

La justicia es un asunto jurídico; por el contrario, el amor es algo que depende de la emoción. Si yo lo amo a usted, le doy mi atención; pero si no lo amo, simplemente me olvido de usted. A muchos cristianos les gusta citar Juan 3:16, el cual dice que Dios amó tanto al mundo que dio a Su Hijo unigénito.  Sí, Dios amó mucho al mundo, pero Su amor no es tan firme como Su justicia. Por supuesto, Dios no cambiará en Su amor. Pero supongamos que Su amor pudiera cambiar. Dios tiene el derecho de cambiar en cuanto a Su amor, pero El no tiene el derecho de cambiar en cuanto a Su justicia. Ya sea que Dios nos ame o nos abandone, El no sería injusto. Tampoco sería injusto si nos mostrara Su gracia o nos la quitara, porque la gracia es algo que depende del deseo de Dios. Pero la justicia no depende de la emoción ni del deseo, sino que es un asunto jurídico.

Un asunto jurídico se relaciona con la ejecución de la ley, es decir, con la legislación. El evangelio de Dios es un asunto totalmente jurídico, un asunto que tiene que ver con la legislación divina. Dios nos salvó jurídicamente. Por supuesto, la salvación de Dios es iniciada por Su amor y llevada a cabo por Su gracia; sin embargo, finalmente da por resultado Su justicia. Por consiguiente, la salvación que recibimos hoy no es simplemente un asunto del amor o de la gracia de Dios, sino también un asunto jurídico que proviene de la justicia de Dios. Nuestra salvación fue sellada y confirmada por la justicia de Dios. Ahora, ni Dios mismo puede cambiar nuestra salvación.

Hablando en términos legales, tanto el amor como la gracia pueden fluctuar, pero la justicia, en especial la justicia de Dios, nunca cambia. La señora Guyón dijo en una ocasión que "aun si Dios quisiera invalidar la salvación de ella, simplemente no podría hacerlo porque ya la había juzgado en la cruz". Por medio de Cristo como nuestro Substituto, nosotros ya fuimos juzgados en la cruz de acuerdo con la justicia. Por lo tanto Dios tiene que salvarnos. 

Dios es un Dios justo. Debido a que el Dios justo ya ha tratado con nosotros jurídicamente, El ahora está obligado a salvarnos. Nosotros podemos decirle atrevidamente: “Dios, no me dirijo a Ti sobre la base de Tu amor ni de Tu gracia, sino de Tu justicia. Apelo a Ti sobre la base de Tu justicia. De acuerdo con Tu justicia, Tú estás obligado a salvarme. Si no me salvas, manifestarás que no eres justo”. Si decimos esto a Dios, El contestará: “Ciertamente debo salvarte”.

Dios fue justo al juzgar a Cristo como nuestro Substituto en la cruz. Este juicio de Cristo en la cruz fue justo. Al ser juzgado por Dios, Cristo cumplió todos los requisitos de la justicia de Dios. El llevó nuestros pecados en la cruz para cumplir plenamente todos los justos requisitos de Dios. Así que, por medio de la muerte de Cristo en la cruz, la justicia de Dios ha sido completamente satisfecha. En otras palabras, el Dios justo fue satisfecho jurídicamente por la muerte de Cristo en la cruz. 

Por tanto: Si fuéramos salvos únicamente conforme a la gracia de Dios, o conforme al amor de Dios, nuestra salvación no estaría justificada legalmente, esto es, carecería de base jurídica. Todo lo que procede de la justicia es jurídico, legal, conforme a la ley. 

La resurrección y la justicia de Dios. 

La resurrección de Cristo manifestó la justicia de Dios. ¿Ha considerado usted alguna vez la resurrección de Cristo desde esta perspectiva?  Dios fue justo al juzgar a Cristo como nuestro Substituto en la cruz. Este juicio de Cristo en la cruz fue justo. Al ser juzgado por Dios, Cristo cumplió todos los requisitos de la justicia de Dios. El llevó nuestros pecados en la cruz para cumplir plenamente todos los justos requisitos de Dios. Así que, por medio de la muerte de Cristo en la cruz, la justicia de Dios ha sido completamente satisfecha. En otras palabras, el Dios justo fue satisfecho jurídicamente por la muerte de Cristo en la cruz. Después de que Cristo fue sepultado, Dios tenía la responsabilidad en Su justicia de liberar a Cristo de la muerte. 

Muy pocos cristianos comprenden esto. La mayoría piensa que la resurrección de Cristo fue simplemente la manifestación del poder divino de la vida de Dios. Muy pocos entienden que la resurrección de Cristo no sólo fue un asunto de poder, sino también de justicia. Si Dios no hubiera levantado a Cristo después de Su muerte en la cruz, donde satisfizo todos los justos requisitos divinos, Dios no hubiera sido justo. Dios fue justo en liberar a Cristo de la muerte. De acuerdo con Su justicia, Dios tuvo que juzgar a Cristo en la cruz porque Cristo llevaba sobre Sí mismo todas nuestras injusticias. Pero después de que Dios lo hubo juzgado cabalmente, la justicia de Dios lo obligaba a encargarse de liberar a Cristo de la muerte y de resucitarlo de entre los muertos.

Entonces, de acuerdo con Mateo, el hecho de que Cristo fuera levantado de los muertos significa que Dios lo liberó conforme a Su justicia. Por tanto, Cristo no sólo fue juzgado y puesto a muerte justamente, sino que también fue justamente resucitado de entre los muertos.

Ahora debemos considerar Romanos 4:25. Este versículo dice: “El cual fue entregado por nuestro delitos, y resucitado para nuestra justificación”. Este versículo une la resurrección con la justicia. La Biblia presenta la resurrección no sólo como un asunto de poder, sino también como un asunto de justicia. No sólo la justicia de Dios fue manifestada al resucitar a Cristo de la muerte, sino que nosotros fuimos justificados debido a esta resurrección. Por consiguiente, la resurrección de Cristo es una prueba tanto de la justicia de Dios como de nuestra justificación. ¡Aleluya porque en la resurrección de Cristo se manifiesta que Dios es justo y que nosotros somos las personas justificadas!

El reino de Dios y la Justicia de Dios

Muchos cristianos hoy sólo conocen el reino de amor o el reino de gracia. En otras palabras, ellos están familiarizados solamente con la esfera del amor y de la gracia, y no entienden la esfera de la justicia de Dios. Sin embargo, el cimiento del reino de Dios es la justicia de Dios, y no Su amor ni Su gracia. El reino de los cielos no está edificado sobre el amor de Dios ni sobre Su gracia, sino sobre Su justicia. 

Finalmente, Cristo llegó a ser no sólo el Rey poderoso, sino también el Rey justo. Si usted lee las profecías referentes al reinado de Cristo, se dará cuenta de que Su reinado no está muy relacionado con el poder, sino que más bien, está íntimamente relacionado con la justicia y la equidad. El reinado no es un asunto de poder, sino de justicia. 

El Rey-Salvador celestial fue juzgado justamente por Dios en la cruz, y fue resucitado justamente de entre los muertos por El, para llegar a ser el Rey justo. El es completamente justo. El es el Rey justo para el reino justo de Dios. Por causa de Su justicia, Dios tenía la responsabilidad de resucitar a Cristo de entre los muertos. Por tanto, la resurrección de Cristo se efectuó de acuerdo con la justicia de Dios. 

Hemos visto que la resurrección está íntimamente relacionada con la justicia de Dios. El reino de los cielos es edificado y establecido sobre la justicia de Dios, la cual obliga a Dios a que levante al Redentor justo y nos haga justos. Por tanto, la resurrección de Cristo es una esfera de justicia. En la esfera de la resurrección de Cristo, Dios es el Dios justo y nosotros somos el pueblo justificado por Dios. Aquí podemos ver el reino.

¡Cuán valiosa, necesaria y vital es la justicia de Dios! La justicia es absolutamente necesaria para la vida del reino. ¡Aleluya, nuestro Salvador reinante fue resucitado mediante la justicia de Dios! 

(Apuntes de libros: 1- La Experiencia de la salvación orgánica de Dios equivale a reinar en la vida de Cristo. 2- Encarnación, inclusión e intensificación. 3- Estudio-vida de Mateo, capítulo 72, sección 1. W. Lee. LSM)

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