El pecado, los pecados y los pecadores


Desde que usted creyó en el Señor Jesús y recibió Su vida, es posible que haya intentado vivir una vida sin pecado pero ha sido vez tras vez decepcionado. Mientras más lo intenta, menos éxito tiene. Es posible que usted haya dudado de su salvación, o que haya pensado que la ha perdido. Es posible que todavía tenga una pregunta: “Si soy cristiano, ¿Por qué no puedo dejar de pecar?” En este mensaje conoceremos la diferencia entre el pecado y los pecados a fin de que podamos entender en próximos mensajes como ser librados de ambos en nuestra experiencia.

El pecado, los pecados y los pecadores.

La Biblia le presta mucha atención al asunto del pecado. Podemos entender la salvación sólo cuando tenemos un entendimiento claro acerca del pecado. Si queremos conocer el evangelio de Dios y la salvación de Dios, debemos conocer primero lo que es el pecado. Debemos ver primeramente cómo el pecado nos ha afectado y cómo nos hemos hecho pecadores. Sólo así entenderemos claramente la salvación de Dios.

La diferencia entre el pecado y los pecados según la Biblia

Se puede ver fácilmente la diferencia entre el pecado y los pecados: el pecado está en singular y los pecados en plural. Sin embargo, debemos distinguir entre el pecado y los pecados. Si usted no puede diferenciar a los dos, le será imposible entender su salvación. Si alguien no entiende la diferencia entre el pecado y los pecados, aunque sea salvo, probablemente en su salvación aún no tiene claridad.

Déjenme darles primero una breve definición. El pecado se refiere al poder que está dentro de nosotros que nos motiva a cometer actos pecaminosos. En contraste, los pecados se refieren específicamente a los actos pecaminosos individuales que cometemos exteriormente.

El pecado

¿Qué es el pecado? Sabemos que en nosotros hay algo que nos motiva y nos fuerza a tener ciertas inclinaciones espontáneas; nos obliga a tomar el camino de la lujuria y la pasión. Según la Biblia esto es el pecado (Ro. 7:8, 16-17). Pero no solamente existe tal pecado dentro de nosotros que nos fuerza y nos obliga, sino que también existen los actos pecaminosos individuales, los pecados, que se cometen exteriormente. 

En la Biblia los pecados están relacionados con nuestra conducta y acciones, mientras que el pecado está relacionado con nuestra vida natural. Los pecados son actos cometidos con nuestra mente, corazón y aun con todo el cuerpo. Pablo se refiere a esto cuando habla de los hábitos de la carne (Ro. 8:13). Pero ¿Qué es el pecado? El pecado es una ley que controla nuestros miembros (Ro. 7:23). En nuestro interior hay algo fuerte y poderoso que nos obliga a pecar, a cometer el mal, y este algo es el pecado. Por esto existe la necesidad de ser liberados.

Los pecados

¿Qué son los pecados? Los pecados están relacionados con nuestra conducta y acciones. La Biblia nos muestra que necesitamos perdón por nuestros pecados (Mt. 26:28; Hch. 2:38; 10:43). Pero en ninguna parte de la Biblia están mencionadas las palabras el perdón del pecado; sino que más bien, la Biblia siempre habla “del perdón de los pecados”. Los pecados son perdonados, no el pecado. Los pecados son exteriores. Por eso deben ser perdonados. Pero hay algo más en nosotros, algo fuerte y poderoso que nos obliga a cometer pecados. De esto no necesitamos perdón; de esto necesitamos ser liberados. Al instante en que ya no estemos bajo su poder y no tengamos nada que ver con esto, estaremos en paz.

La solución para los pecados viene por medio del perdón. Sin embargo, la solución al pecado viene cuando ya no estamos bajo su poder y no tenemos nada que ver con él. Los pecados tienen que ver con nuestras acciones y se cometen uno por uno. Esa es la razón por la cual necesitan ser perdonados. Pero el pecado está dentro de nosotros, y nosotros necesitamos ser liberados de él. Por lo tanto, la Biblia nunca dice “perdón de pecado” sino “perdón de pecados”. La Biblia tampoco habla de ser “liberado de los pecados”. Más bien la Biblia dice que somos “liberados del pecado”, no de los pecados. De lo único que necesitamos escapar y ser liberados es aquello que nos tienta, esclaviza y nos obliga a cometer pecados.

Figurativamente hablando, el pecado es como un árbol y los pecados son como el fruto del árbol. La distinción entre el pecado y los pecados está clara en la Biblia. Una persona es gobernada por el pecado en su vida natural, pero está condenada en su conciencia por los pecados cometidos exteriormente. El pecado es considerado como una sola entidad; los pecados son considerados caso por caso. El pecado está dentro del hombre; los pecados están ante Dios. Del pecado debemos ser liberados; de los pecados debemos ser perdonados. El pecado está relacionado a la santificación; los pecados están relacionados a la justificación, el perdón. En cuanto al pecado uno tiene que ser liberado; en cuanto a los pecados uno debe tener paz en el corazón. El pecado está en la naturaleza del hombre; los pecados están en la conducta del hombre.

Podemos dejar claro este asunto con una simple ilustración. Al predicar el evangelio, a menudo comparamos al pecador con un deudor. Todos nos damos cuenta de que ser un deudor no es algo placentero. Pero debemos recordar que hay una gran diferencia entre el hombre que tenga deudas y el que tenga la disposición de incurrir en deudas. Una persona que pide prestado una y otra vez no le importa mucho usar el dinero de otro. Los pecados que la Biblia describe son como las deudas exteriores, mientras que el pecado es como el hábito y la disposición interiores; es como la mente inclinada a pedir prestado fácilmente.

Los pecadores

¿Quién es un pecador? Creo que muchos contestarían que un pecador es alguien que peca. Si usted mira en el diccionario, temo que la definición de pecador será alguien que peca. Pero cuando usted lea la Biblia, tendrá que rechazar esta definición, porque no es que el que comete pecados es un pecador, sino que el pecador es el que comete pecados. Por ser pecadores de nacimiento, siempre somos pecadores, sea que pequemos o no. No importa si usted es una persona pecaminoso o una persona buena o moral, sigue siendo un pecador. Dios dice que todos los que nacen de Adán son pecadores. No importa qué clase de persona usted sea; mientras usted haya nacido de Adán, es un pecador. Si usted peca, es un pecador pecaminoso. Y si usted es una persona que peca poco menos, es un pecador moral.

 Si usted se considera a sí mismo bueno y un santo, usted es un pecador santo. De todos modos, usted sigue siendo un pecador. El mayor error en la actualidad entre los hombres es considerar que un hombre es pecador sólo porque ha pecado; si él no ha pecado, él no es considerado un pecador. Pero esto es un concepto erróneo. Sea que usted peque o no, mientras sea un hombre, es un pecador. Mientras haya nacido de Adán, es un pecador. Un hombre no se hace pecador porque cometa pecados; más bien, él peca porque es un pecador.

Nosotros somos pecadores; no nos convertimos en pecadores. No necesitamos convertirnos en pecadores. Aunque nuestros pecados son perdonados, seguimos siendo pecadores debido a nuestra vida natural y constitución. Podemos llamarnos los pecadores perdonados. Pablo dijo que era un pecador (1 Ti. 1:15).

En todo el Nuevo Testamento, solamente Romanos 5:19 nos dice quién es un pecador. Las demás partes del Nuevo Testamento nos dicen lo que hace el pecador. Sólo aquí nos dice quién es el pecador. Un pecador puede hacer millones de cosas, pero esto no lo constituye en pecador. Mientras haya nacido de Adán, es un pecador. Todos los hombres procedemos de Adán y somos pecadores.

Aunque hemos recibido la gracia en Cristo, Dios no ha quitado totalmente el problema del pecado; aún somos pecadores. El problema del pecado no estará totalmente resuelto sino hasta que aparezcan el nuevo cielo y la nueva tierra. Sin embargo, esto no significa que no hemos recibido una salvación completa.

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