Cristo, la vida que vence
Es cierto que el pecado entró por la desobediencia del hombre, pero el mayor problema no fue la desobediencia, sino la naturaleza maligna que el hombre recibió, con la cual fue constituido. (Romanos 5:19-21) Al comer el hombre del árbol de la ciencia del bien y del mal, ocurrió que permitió que la naturaleza de ese árbol la cual procedía de Satanás entrara dentro de él. (Cuando usted come algo, lo que come se hace parte de usted y si ello contiene un veneno, recibirá, el veneno de muerte.)
Debido a esto la naturaleza original del hombre cambió y fue contaminada por la naturaleza de la muerte y la de Satanás, de ahí que Dios le cerrará la entrada al árbol de la vida que tipifica a Dios como vida, ya que nada contaminado por el mal y la muerte puede tener contacto con Dios.(Genesis 2:9-17; 3:22-24)
Pablo sabía que en él estaba esta naturaleza maligna que era contraria a Dios, que lo llevaba a servir al pecado con sus miembros. (Romanos 7:14-17,). Esta naturaleza se refleja hasta en los niños pequeños, los cuales no se les enseña a ser egoístas, ni a mentir, ni a maldecir pero aunque no son conscientes de lo que es el pecado nos sorprenden con sus actitudes pecaminosas.
La naturaleza de pecado procede de Satanás, siendo la raíz y fuente de donde proceden todas nuestras acciones pecaminosas. Hemos heredado esta ley maligna en nuestros miembros que nos impulsa a pecar. (Romanos 7:7-24) el hombre peca porque tiene tal naturaleza. Por mucho que el hombre se esfuerce en vencer a esta ley, esta le vence y lo esclaviza.
Debido a esto Dios establece un propósito por medio de Cristo en su encarnación, muerte, resurrección y ascensión, donde Cristo no solo vino para llevar nuestros pecados al morir en la cruz, sino que Él mismo en su naturaleza humana se hizo pecado por nosotros a fin de crucificarla, y venir luego como el Espíritu de vida para que el hombre pudiera recibir de Él su vida. (2 Corintios 5:21)
En conclusión: "Más a Dios damos gracias" que Solo la vida de Cristo vence la muerte y la naturaleza del pecado que hay en nosotros, por medio de vivirle a Él en el espíritu. ( Romanos 8.1-16)