Cristo, el verdadero alimento
En Juan 6 el Señor Jesús revela que Él es comestible. “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo daré es Mi carne, la cual Yo daré por la vida del mundo” (v. 51). Los judíos, al no poder entender esto, “contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este hombre darnos a comer Su carne?” (v. 52) Conociendo esto, Jesús les dijo: ”Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” “ Y el que me come, él también vivirá por mí” (Juan 5:57,6:35).
El pan de vida se refiere a la naturaleza del pan, la cual es vida; el pan vivo se refiere a la condición del pan, la cual es viviente. El pan de vida es el suministro de vida en forma de alimento. Es semejante al árbol de la vida (Gn. 2:9), el cual es “bueno para comer”. El pan pertenece a la vida vegetal y sólo sirve como alimento; la carne pertenece a la vida animal y no sólo alimenta, sino que también redime. Antes de la caída del hombre, el Señor era el árbol de la vida (Gn. 2:9), cuyo único fin era alimentar al hombre. Después que el hombre cayó en pecado, el Señor llegó a ser el Cordero (Jn. 1:29), cuyo fin no es solamente alimentar al hombre, sino también redimirlo (Éx. 12:4, 7-8).
La carne en este contexto se refiere a la carne del cuerpo físico. Cuando el Señor dijo: “El pan que Yo daré es Mi carne” (v. 51), los judíos pensaron que Él les daría a comer la carne de Su cuerpo físico (v. 52). No entendieron correctamente la palabra del Señor. Para ellos fue una palabra muy dura (v. 60). Así que, en este versículo, el Señor explica que lo que Él les daría a comer no era la carne de Su cuerpo físico, pues ésta para nada aprovecha. En realidad lo que finalmente les daría era el Espíritu vivificante, el cual es el Señor mismo en resurrección.
Comer es ingerir el alimento para que sea asimilado en nuestro cuerpo orgánicamente. Por lo tanto, comer al Señor Jesús es recibirle para que Él, como vida, sea asimilado por el nuevo hombre regenerado. Entonces vivimos por Aquel que hemos recibido. Por medio de esto el Señor Jesús, Aquel que resucitó, vive en nosotros (Jn. 14:19-20).
La carne en este contexto se refiere a la carne del cuerpo físico. Cuando el Señor dijo: “El pan que Yo daré es Mi carne” (v. 51), los judíos pensaron que Él les daría a comer la carne de Su cuerpo físico (v. 52). No entendieron correctamente la palabra del Señor. Para ellos fue una palabra muy dura (v. 60). Así que, en este versículo, el Señor explica que lo que Él les daría a comer no era la carne de Su cuerpo físico, pues ésta para nada aprovecha. En realidad lo que finalmente les daría era el Espíritu vivificante, el cual es el Señor mismo en resurrección.
El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mí permanece, y Yo en él. Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa del Padre, asimismo el que me 1come, él también vivirá por causa de Mí. Éste es el pan que descendió del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. (Juan 6:57-58)
Comer es ingerir el alimento para que sea asimilado en nuestro cuerpo orgánicamente. Por lo tanto, comer al Señor Jesús es recibirle para que Él, como vida, sea asimilado por el nuevo hombre regenerado. Entonces vivimos por Aquel que hemos recibido. Por medio de esto el Señor Jesús, Aquel que resucitó, vive en nosotros (Jn. 14:19-20).
Y luego les aclaro en Juan 6:63, que significa comer del pan de vida, que es comerle a Él, como el Espíritu de vida en sus Palabras……“El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:66)
Si hemos de comer a Jesús por medio del Espíritu, debemos comprender que el Espíritu hoy es tangible en la palabra. Cuando nos ponemos en contacto con la palabra, tocamos lo que ha sido hecho tangible o corporificado en ésta. Para comer a Jesús, o sea, para tomarle, disfrutarle, es imprescindible que tengamos contacto con Su palabra mediante orar y leerla, y cuando lo hacemos, encontramos al Espíritu y le comemos a El, es decir recibimos su alimento e impartición divina.
Si hemos de comer a Jesús por medio del Espíritu, debemos comprender que el Espíritu hoy es tangible en la palabra. Cuando nos ponemos en contacto con la palabra, tocamos lo que ha sido hecho tangible o corporificado en ésta. Para comer a Jesús, o sea, para tomarle, disfrutarle, es imprescindible que tengamos contacto con Su palabra mediante orar y leerla, y cuando lo hacemos, encontramos al Espíritu y le comemos a El, es decir recibimos su alimento e impartición divina.