La humanidad de Cristo
Consideremos la encarnación del Señor. Antes de Su encarnación, Él era Hijo de Dios, y no poseía la naturaleza humana. Él era única y exclusivamente el Hijo eterno de Dios, y sólo contaba con divinidad. Él no tenía carne ni sangre. Pero mediante Su encarnación, Él experimentó un cambio radical. En este cambio, Él no se despojó de Su divinidad, sino que, aún conservando Su divinidad, Él se vistió de humanidad. Por lo tanto, en Su encarnación, Él vino a ser una persona divina y humana.
Él se encarnó con el propósito de introducir la divinidad en la humanidad, y unir la humanidad con la divinidad. Antes de la encarnación, la divinidad nunca se había unido a la humanidad, pero desde el día en que se encarnó, comenzó a existir en el universo una Persona maravillosa que tenía tanto humanidad como divinidad.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres (Filipenses 2:5-11)
Ahora debemos ver quién es Cristo según Su humanidad. Cristo no sólo es Dios, sino también hombre. En 1 Timoteo 2:5 se nos habla de “Cristo Jesús hombre”. ¿Cómo puede Cristo ser Dios y al mismo tiempo hombre? La Biblia revela que Él es Dios y hombre. ¿Cree usted esto? ¿Puede entenderlo cabalmente? Por supuesto que no. ¡Hay una inmensa diferencia entre Dios y el hombre! Dios es Dios, y el hombre es el hombre. Sin embargo, Cristo es Dios y hombre al mismo tiempo. Cada vez que se le pida explicar esto, debe decir: “No puedo explicarlo cabalmente; pero sí sé que la Biblia dice que Cristo es tanto Dios como hombre”. Cristo es demasiado maravilloso como para que alguien lo explique. Si algo puede ser explicado, entonces ya no sería maravilloso. Cristo, quien es tanto Dios como hombre, es inexplicable y maravilloso.
Hay muchos cristianos que no creen que Cristo, después de Su resurrección y ascensión, sigue poseyendo un cuerpo físico. Ellos piensan que El murió con un cuerpo físico, pero que al resucitar se despojó de él, resucitando únicamente en calidad de una persona divina. Algunas personas no saben que Cristo, después de resucitar y ascender al cielo, todavía posee Su humanidad; otras, niegan este hecho, aseverando que El dejó de ser humano. Sin embargo, Mateo 26:63-64 revela claramente que Cristo sigue siendo un hombre. En este pasaje, Cristo es juzgado por el Sanedrín, el cual le exhorta, diciéndole: “Te ordeno que jures por el Dios viviente y nos digas si eres Tú el Cristo, el Hijo de Dios”. Jesús respondió y dijo: “Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo”
Como el Hijo unigénito de Dios, antes de hacerse hombre, Cristo ya estaba en la gloria. Él no requería del proceso de la glorificación. Sin embargo, una vez que vino a la tierra en Su humanidad, como hombre se hizo necesario que Él fuera glorificado. Fue por eso que, como lo revela Juan 17:1, durante la última noche de Su existencia en la tierra, Él oró: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo, para que Tu Hijo te glorifique a Ti”. Si Él ya estaba en la gloria, ¿por qué entonces necesitaba ser glorificado? Como el Hijo unigénito de Dios Él ya estaba en la gloria, pero, debido a que se vistió de humanidad, la parte humana de Su Ser tenía que ser glorificada, necesitaba pasar por un proceso que la llevara a la gloria. Fue por medio de Su resurrección que Cristo entró en Su glorificación (Lc. 24:26).
Cristo está sentado en el trono celestial en calidad de Hijo del Hombre (Apocalipsis 1:13) y será el Hijo del Hombre cuando venga de nuevo. El hecho de que Cristo sea un hombre está totalmente ligado a la economía de Dios. Su humanidad, por tanto, reviste mucha importancia. El, como hombre, fue exaltado y glorificado por Dios y ahora está sentado en los cielos en calidad de hombre.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres (Filipenses 2:5-11)
Ahora debemos ver quién es Cristo según Su humanidad. Cristo no sólo es Dios, sino también hombre. En 1 Timoteo 2:5 se nos habla de “Cristo Jesús hombre”. ¿Cómo puede Cristo ser Dios y al mismo tiempo hombre? La Biblia revela que Él es Dios y hombre. ¿Cree usted esto? ¿Puede entenderlo cabalmente? Por supuesto que no. ¡Hay una inmensa diferencia entre Dios y el hombre! Dios es Dios, y el hombre es el hombre. Sin embargo, Cristo es Dios y hombre al mismo tiempo. Cada vez que se le pida explicar esto, debe decir: “No puedo explicarlo cabalmente; pero sí sé que la Biblia dice que Cristo es tanto Dios como hombre”. Cristo es demasiado maravilloso como para que alguien lo explique. Si algo puede ser explicado, entonces ya no sería maravilloso. Cristo, quien es tanto Dios como hombre, es inexplicable y maravilloso.
Hay muchos cristianos que no creen que Cristo, después de Su resurrección y ascensión, sigue poseyendo un cuerpo físico. Ellos piensan que El murió con un cuerpo físico, pero que al resucitar se despojó de él, resucitando únicamente en calidad de una persona divina. Algunas personas no saben que Cristo, después de resucitar y ascender al cielo, todavía posee Su humanidad; otras, niegan este hecho, aseverando que El dejó de ser humano. Sin embargo, Mateo 26:63-64 revela claramente que Cristo sigue siendo un hombre. En este pasaje, Cristo es juzgado por el Sanedrín, el cual le exhorta, diciéndole: “Te ordeno que jures por el Dios viviente y nos digas si eres Tú el Cristo, el Hijo de Dios”. Jesús respondió y dijo: “Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo”
Como el Hijo unigénito de Dios, antes de hacerse hombre, Cristo ya estaba en la gloria. Él no requería del proceso de la glorificación. Sin embargo, una vez que vino a la tierra en Su humanidad, como hombre se hizo necesario que Él fuera glorificado. Fue por eso que, como lo revela Juan 17:1, durante la última noche de Su existencia en la tierra, Él oró: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo, para que Tu Hijo te glorifique a Ti”. Si Él ya estaba en la gloria, ¿por qué entonces necesitaba ser glorificado? Como el Hijo unigénito de Dios Él ya estaba en la gloria, pero, debido a que se vistió de humanidad, la parte humana de Su Ser tenía que ser glorificada, necesitaba pasar por un proceso que la llevara a la gloria. Fue por medio de Su resurrección que Cristo entró en Su glorificación (Lc. 24:26).
Cristo está sentado en el trono celestial en calidad de Hijo del Hombre (Apocalipsis 1:13) y será el Hijo del Hombre cuando venga de nuevo. El hecho de que Cristo sea un hombre está totalmente ligado a la economía de Dios. Su humanidad, por tanto, reviste mucha importancia. El, como hombre, fue exaltado y glorificado por Dios y ahora está sentado en los cielos en calidad de hombre.
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