El hablar de Dios en la Biblia



¡Alabado sea el Señor por la Biblia! ¡Alabado sea el Señor por la vida, la vida divina, la vida eterna, de la cual da testimonio este libro! La Biblia es un libro maravilloso. ¡Es el “libro” por excelencia! Fueron necesarios 1600 años para terminarlo, empezando con Moisés, el profeta más grande que Dios tuvo, y terminando con el apóstol Juan.

La Biblia fue confirmada 300 años más tarde (397 d. de C.) en el concilio de Cartago en el norte de África. Poco después, la Iglesia Católica impidió que el pueblo tuviese acceso a la Biblia. La Biblia quedó sellada por casi mil años, desde el siglo sexto hasta el siglo quince. La historia le dio a ese período el nombre de la Edad Media o el Oscurantismo. La sociedad humana cayó en tinieblas porque no tuvo acceso a la Biblia, la cual contiene toda la luz divina.

Más adelante Dios usó a Martín Lutero para divulgar la Biblia durante la Reforma. Por esos mismos días se inventó la imprenta, que permitió la impresión de la Biblia. Aunque se publicó bastante, la Biblia no quedó muy abierta. Sin embargo, le damos las gracias al Señor por haber abierto Su Palabra repetidas veces mediante muchos maestros destacados en estos últimos cinco siglos.

¿Qué es la Biblia?

Sabemos que la palabra “Biblia” significa “el libro”. Pero ¿Qué es este libro? La Biblia misma dice que “toda la Escritura es dada por el aliento de Dios” (2 Ti. 3:16). La Biblia es el aliento de Dios. No es simplemente la palabra o el pensamiento de Dios, sino Su mismo aliento. Todo lo que exhalamos es nuestro aliento, y este aliento procede de nuestro ser. Por lo tanto, la Biblia, como aliento de Dios, es algo exhalado desde el ser de Dios. La Biblia contiene el elemento mismo de Dios. Todo lo que Dios es se encuentra en este libro divino.

Al estudiar la Biblia, el libro de libros, debemos entender claramente que ella no es un libro de doctrinas. De hecho, ni siquiera es un libro de verdades. Entonces, ¿qué es? La Biblia es la revelación divina. La palabra griega traducida revelación significa descubrir algo que estaba oculto. La Biblia es la revelación que Dios hace de Sí mismo, del universo y del hombre. Es por eso que, cuanto más la estudiamos, más nos convencemos de que Dios es el autor de la misma, no el hombre. Las Escrituras contienen frases que sólo Dios podría expresar.

La revelación divina

Si vamos a entender la Biblia como revelación divina, es importante tener un espíritu de sabiduría que nos permita conocer, y de revelación que nos capacite para ver. Por esta razón, Pablo pide “que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria”, nos dé “espíritu de sabiduría y de revelación” (Ef. 1:17). Esto indica que necesitamos la sabiduría divina para entender la revelación divina. La mente humana natural y el conocimiento humano común no pueden comprender la revelación de Dios; para ello necesitamos el espíritu. ¡Gracias a Dios que nos creó con dicho órgano! En Job 32:8a dice: “Ciertamente espíritu hay en el hombre”. Dios creó un espíritu en nosotros específicamente para que lo conozcamos a El. Necesitamos un espíritu de sabiduría y de revelación para conocer y ver lo que está encubierto.

Es importante reconocer que no conocemos la Biblia. El único que la conoce es el Dios Triuno procesado y consumado. Cuanto más comprendamos esto, más oraremos: “Señor, te necesitamos. Necesitamos Tu misericordia y Tu bendición. Te necesitamos como el Espíritu y como la Palabra. Sin Ti, aunque leamos la Biblia, no la entenderemos”.

Dios es luz, vida, amor, poder, sabiduría y mucho más. Todo eso constituye el ser de Dios y fue exhalado y plasmado en la Biblia. Cada vez que abrimos este libro con un corazón abierto y con un espíritu abierto, podemos tocar inmediatamente algo divino: no sólo pensamientos, conceptos, conocimiento, palabras o frases, sino algo más profundo: tocamos a Dios mismo.

El Señor Jesús dijo que las palabras que El pronuncia son espíritu y son vida (Jn. 6:63). Es decir, no son simplemente palabras escritas en papel, sino algo más elevado, más profundo, más completo y más rico; son Espíritu y son vida.

Una cosa es el conocimiento bíblico y otra es el hablar de Dios, si usted solo recibe conocimiento no estará recibiendo el hablar de Dios. Aunque la Biblia es un libro de letras, si usted recibe el hablar de Dios que contiene esas letras, tocará al Espíritu de Dios y recibirá su suministro de vida. La Biblia no será tan solo un libro de conocimientos sino un libro donde usted recibe aliento y vida, y será transformado.

De esta manera, cuando tenemos contacto con la Palabra, tenemos contacto con Dios mismo y recibimos vida, si estamos en la posición correcta y si estamos abiertos en nuestro corazón y espíritu. Cuando llegamos a la Palabra divina, prácticamente todo nuestro ser participa de Dios.

Debemos llegar a la Biblia con un corazón que busca a Dios, con una mente clara y sobria que busca su luz, Si nos abrimos a Dios y a Su Palabra, podemos recibir de Dios, vida y alimento. No se trata tan solo de leer y entender con nuestra mente, sino de buscar con nuestro corazón limpio, y tocar a Dios en nuestro espíritu. Si ejercitamos todo nuestro ser de esta manera, no sólo recibimos una revelación, sino que algo del elemento divino, revelado y comunicado por Su Palabra será trasmitido en nuestro espíritu.

Por tanto, Efesios 6:17-18 dice que debemos recibir “la palabra de Dios ... con toda oración y petición”. Debemos tomar lo que dice la Biblia no sólo leyéndolo y estudiándolo, sino también con toda oración. Debemos leer y estudiar la Biblia con oración, es decir, debemos ejercitar nuestro espíritu para tener contacto con el Señor por medio de la oración hecha con la lectura de la Palabra divina.

Entradas populares de este blog

El espíritu del hombre

El valor de la sangre de Cristo

El hombre natural y el espiritual