El reino en realidad


En el Nuevo Testamento vemos el verdadero reino, el reino en realidad, es el libro del reino y gira en torno al reino. ¿Qué es lo primero que se predica en el Nuevo Testamento? El reino. 

El reino se predica en los primeros capítulos de los evangelios. En el Nuevo Testamento se predica el evangelio con relación al reino, y no el ir al cielo. No dice: “Arrepentíos, porque los cielos os esperan”, sino: “El reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2; 4:17).

Hoy en día la gente oye miles de mensajes evangélicos. ¿Ha oído usted algún mensaje evangélico que exhorte a la gente a arrepentirse porque el reino se acerca? En toda mi vida no lo he escuchado ni una sola vez. Cuando los cristianos predican el evangelio en la actualidad, la mayoría de ellos siempre habla del pecado, de los cielos y del infierno. Casi nadie habla del evangelio en relación con el reino. Pero en el Nuevo Testamento cuando se predica el evangelio por primera vez, se nos exhorta a arrepentirnos por causa del reino.

El evangelio tiene como objetivo el reino.

La predicación del evangelio tiene como fin que los hombres entren en el reino. El evangelio se proclama con el fin de que la gente sea salva, y esté calificada y facultada para entrar en el reino. La regeneración tiene lugar por causa del reino (Jn. 3:3, 5). Si usted no ha sido regenerado, no puede entrar en el reino de Dios. ¿Fue usted salvo, lavado en la sangre y regenerado? ¿Con qué propósito? Antes de entrar en la vida de iglesia, me dijeron que yo necesitaba ser salvo, lavado y regenerado para poder ir al cielo. En la iglesia vimos algo más elevado: fuimos salvos, lavados y regenerados por causa de la iglesia (Ef. 5:25, 23; Hch. 20:28).

El evangelio del reino trae los pecadores rebeldes a la iglesia. Pero ahora debemos ver lo que es la realidad de la iglesia. El reino es la realidad de la iglesia. Si usted fue salvo, lavado y regenerado por causa de la iglesia, eso significa que experimentó estas cosas por causa de la realidad del reino. El reino es la verdadera vida de iglesia. El fin del evangelio es el reino. Ser salvo, lavado y regenerado es algo qgue tiene una estrecha relación con el reino.

La iglesia es el reino en la realidad.

Algunos cristianos afirman que ésta es la era de la iglesia y que el reino todavía no ha venido. Según ellos, al terminar la era de la iglesia, empezará la del reino. Aunque esta comprensión es correcta en cierto sentido, no lo es en todos los aspectos. Como lo veremos, hoy la iglesia es el reino. La iglesia apropiada, genuina y viviente es el reino, y éste es la realidad de la iglesia. Sin el reino, no hay iglesia. Nuestra salvación y nuestra regeneración tienen como fin la iglesia, y la iglesia tiene como finalidad el reino.

El libro de Romanos trata de la vida cristiana y la vida de iglesia. En el capítulo doce se empieza a hablar de la vida práctica del Cuerpo y luego En Romanos 14:17 Pablo menciona el reino de Dios. En este versículo, no habla de la iglesia ni de la vida del Cuerpo, sino que dice: “El reino de Dios es justicia, y paz y gozo en el Espíritu Santo”. Esto no se refiere al futuro; sino al reino actual, ahora mismo. La vida del Cuerpo, la vida de iglesia, es el reino.

Apocalipsis 1:9 revela que hoy quienes están en la iglesia están en el reino. Hoy en la iglesia estamos bajo el dominio celestial de Dios. Todos debemos ser gobernados por El. Cuando somos dirigidos por Dios, podemos gobernar por El con la autoridad celestial. La primera vez que el reino se menciona en conjunción con la iglesia (Mt. 16), se habla de atar y de desatar. Este es el dominio que ejercemos con la autoridad de Dios. Cuando estamos bajo el dominio de Dios, podemos ejercer Su autoridad para regir nuestras circunstancias y sobre el enemigo.

Cuando la iglesia es edificada, el reino es establecido.

La edificación de la iglesia equivale al establecimiento del reino. Lo comprobamos en Mateo 16:18-19. En el versículo 18 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”, y en el versículo 19 le dijo a Pedro: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos”. El habló de la iglesia en el versículo 18. Y en el versículo 19 reemplazó la palabra “iglesia” por la expresión “el reino”. Esto demuestra que la iglesia y el reino son términos intercambiables; se refieren a lo mismo.

Estos dos versículos indican que a Pedro se le darían las llaves del reino con miras a la edificación de la iglesia. Creo que Pedro sólo tenía dos llaves. ¿Cuáles eran y cuándo las usó? Todas las puertas y todas las entradas tienen una cerradura específica que requiere una llave específica. Pedro usó la primera llave el día de Pentecostés (Hch. 2). Esta llave abrió la puerta para que los judíos entraran en el reino. Más adelante, en la casa de Cornelio (Hch. 10), usó la segunda llave, la que abrió la puerta para que los gentiles entraran en el reino. El Señor dio estas llaves a Pedro, y éste las usó para abrir las dos entradas al reino, la de los judíos y la de los gentiles, a fin de que la iglesia fuese edificada. La iglesia fue el reino al cual entraron los judíos y los gentiles.

¿Quién puede decir que hoy la iglesia no es el reino? Por ejemplo, el lugar donde usted vive es su hogar. Usted no puede decir: “Tengo un apartamento, pero no tengo hogar”. Mientras usted tenga vivienda, tiene un hogar, pues esa vivienda es su hogar. Del mismo modo, mientras exista la iglesia en la tierra, Dios tiene un reino, puesto que la iglesia es su hogar.

Al vivir en nuestro espíritu vivimos en el reino de Dios.

La realidad de la iglesia como reino depende totalmente de la vida que está en el Espíritu. ¿Qué es esta vida? Es una vida bajo el dominio celestial de Dios. Mientras vivimos y andamos en nuestro espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial de Dios. Vivir así bajo el dominio de Dios es la realidad de la vida de iglesia; es la realidad de la vida de iglesia hoy en día. El reino está realmente presente en la iglesia viviente.

La manifestación del reino.


El reino presenta varios aspectos. La realidad del reino es un aspecto, y la manifestación del reino es otro. En la iglesia tenemos la realidad del reino, pero no la manifestación de éste. El reino se lleva a cabo por nuestra vida de iglesia, pero no es manifestado. Es llevado a cabo interiormente, pero no se manifiesta exteriormente. La realidad interior del reino está en la iglesia hoy, mientras que la manifestación exterior vendrá en el futuro.

En cierto sentido, el reino está aquí; en otro sentido, el reino vendrá. Es como el Señor Jesús. En cierto sentido, el Señor Jesús está aquí con nosotros. Donde quiera que estemos, el Señor está con nosotros. Sin embargo, en otro sentido, El va a venir. Aunque el Señor está con nosotros interiormente, El va a venir exteriormente. Hoy día es necesario decirle a la gente que creemos en el Señor Jesús y que lo tenemos en nosotros. Debemos explicar lo que significa creer en el Señor y tenerlo en nosotros. Pero cuando el Señor venga visiblemente y traiga la manifestación del reino, ya no se necesitarán explicaciones. Todos verán el reino manifestado.

La iglesia produce los vencedores.

Apocalipsis 12 lo revela claramente. En dicho capítulo vemos la mujer que representa el pueblo de Dios en su totalidad (v. 1), incluyendo a los santos del Antiguo Testamento y también a los creyentes del Nuevo Testamento, quienes (los creyentes neotestamentarios) conforman la iglesia. No piense que toda la iglesia, o sea todos los miembros, serán vencedores. ¡No! en la iglesia, algunos serán vencedores y otros no. La iglesia produce los fuertes, los vencedores, quienes pelearán la batalla contra Satanás, el enemigo de Dios, y contra el mundo de éste.

La manifestación del reino, o sea, el reino en su manifestación, será traído por la iglesia que es la realidad del reino. La manifestación del reino no llegará repentinamente; vendrá por medio de la vida de iglesia. ¿Por qué? Porque los vencedores deben vencer al maligno, vencer el mundo, preparar el camino y establecer un frente de ataque para facilitar el regreso del Señor. Entonces vendrá la manifestación del reino.

Apocalipsis 12 revela que cuando los vencedores sean arrebatados a los cielos, Satanás será echado a la tierra (vs. 5, 9). Entonces se declarará que el reino de Dios ha venido (v. 10). El reino de Dios viene por medio de los vencedores. La iglesia produce los vencedores, y los vencedores vencen al enemigo y traen la manifestación del reino.

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