La practica de la unidad


La imagen de esta publicación es muy significativa cuando hay sequedad el barro se agrieta y se divide, pero cuando corre el agua el barro se mezcla con el agua y se hace uno. Necesitamos el fluir del rio de Vida del Espíritu para que seamos uno. Sin el verdadero gobierno del Dios triuno por medio del fluir del Espíritu, no puede existir la realidad practica del cuerpo de Cristo, ni la unidad real. "El que tenga oidos para oir que oiga lo que el Espiritu dice a las iglesias"(Apocalipsis 2:29)

El origen de las divisiones Como todos sabemos, en la actualidad los cristianos están divididos; de hecho, existen miles de divisiones. En la muchos de los casos, las divisiones son causadas por cristianos que tienen un corazón dispuesto y que aman al Señor con sinceridad. El mayor problema se presenta cuando los cristianos, movidos por su amor hacia el Señor, se proponen hacer cosas para El, sin tener el mismo ánimo y sentir que los demas. En lugar de ello, tienen una alma muy distinta de los demás. Tales diferencias en el alma son la fuente principal de las divisiones.

Solemos pensar que las diferencias doctrinales son la causa principal de las divisiones entre los cristianos. Aunque aparentemente sí lo son, en realidad, la verdadera causa de las divisiones no reside tan solo en los desacuerdos doctrinales, sino en las diferencias que se presentan en el alma de los creyentes. Puesto que muchos cristianos no tienen el mismo ánimo y sentir, es decir, que no son verdaderamente uno en el alma, aun cuando amen al Señor, ellos son los causantes de la mayoría de las divisiones que vemos en la actualidad. Por consiguiente, deducimos que el principal origen de las divisiones es el alma del hombre.

En cuanto a amar al Señor y disfrutarlo en comunión unos con otros no hay ningún problema. Pero es muy probable que surjan dificultades cuando nos proponemos hacer algo para el Señor juntos o de manera individual, es decir mi propia obra, aun cuando esto se base en la visión que hemos recibido al tener comunión con el Señor en nuestro espíritu. Esto se debe a que somos diferentes en el alma; en otras palabras, el problema de las disensiones y divisiones es que no tenemos el mismo ánimo, sentir y parecer unos con otros al emprender algo para el Señor.

El problema del liderazgo y la jerarquía según el hombre y no según Dios

Todos los cristianos del mundo estamos de acuerdo de que debemos ser uno, pero el problema en la iglesia del Señor está en que muchos cristianos quieren ser lideres según el hombre y no según Dios. Pretenden tener su propio reino y sistema divisivo para así hacer prevalecer su propía opinión y parecer, y muchos creyentes le siguen. Parece ser que no les importa la unidad de la fe, ni la unidad de la iglesia. Estos lideres y organizaciones denominacionales se han conformado con aceptar las divisiones e incluso algunos intentan justificarlas. De vez en cuando estos lideres denominacionales se reunen unos con otros en sus localidades para aparentar una superficial unidad, se dan la mano para decir que tienen comunión y así apagar sus conciencias en cuanto a la verdad, pero luego solo desean mantener sus opiniones, cercos, nombres y reinos, procurando que los creyentes no salgan de sus grupos a fín de no perder su poder jerárquico sobre ellos.

¿Acaso el Señor podrá edificar un reino dividido? Por supuesto que no. "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican" (Salmos 127:1) El Señor dijo: Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. (Marcos 3:24)

La base de la unidad y la enseñanza de los apostoles
En Efesios 4:4-6 podemos ver que nuestra práctica de la unidad se basa en el atributo de unidad de la iglesia: un solo Espíritu, un solo Señor, un solo Dios, un solo Cuerpo, una fe, un bautismo y una esperanza. Con base en este atributo de unidad de la iglesia, podemos ser unánimes y podemos practicar la unidad. Es más, la práctica de esta unidad es según la enseñanza de los apóstoles (1 Co. 4:17b; 7:17b; 11:16; 14:34a).

Los apóstoles enseñaban la misma cosa a todos los santos en todos los lugares y en todas las iglesias. Cada epístola fue escrita a una iglesia en una localidad pero eran para que las recibieran todas las iglesias de todas las localidades por igual. Incluso las cartas de Pablo enviadas a una ciudad eran leidas en otras ciudades. (1Cor. 4:17, 7:17) Todas las iglesias en su localidad tenían una misma enseñanza porque Pablo enseño lo mismo a todas. Por tanto necesitamos recibir todos a uno la unica enseñanza de los apostoles. Dios desea recobrar la enseñanza ortodoxa de los apostoles y la unidad de la iglesia.

La unidad de la iglesia es la unidad del Espíritu
 
Efesios 4: 3-7 dice: Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

La Biblia nos dice que la iglesia es el cuerpo de Cristo, esto es muy significativo porque nos habla de la unidad que debe haber entre los miembros de manera práctica y real, por tanto en cualquier labor o practica que hagamos necesitamos conocer, permanecer y guardar la unidad del cuerpo, sin este sentir seremos divisivos. Es imposible que si usted está permaneciendo y participando del cristianismo dividido denominacional pueda ver la unidad de la iglesia universal en su localidad de manera práctica y real y pueda participar de ella.

El Señor desea preparar su segunda venida, esto es al ataviar la novia y edificar la iglesia, puesto que El prometió que lo haría. Si Dios no recobra la unidad de la iglesia no podrá llevar a cabo su edificación. Es por esto que Dios está llamando a muchos santos para que sean participes del recobro de la unidad del cuerpo.




La practica de la unidad teniendo un mismo sentir
El Señor Jesús enseñó a los discípulos en Mateo 18:19, diciendo: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Esta es la práctica de la unidad. En los tiempos de Hechos 1, había ciento veinte personas que perseveraban unánimes en oración (vs. 14-15a). Todos ellos tenían una sola mente, estaban unidos en un mismo parecer y, por ende, estaban unánimes y debido a esto el Espíritu Santo se derramó sobre elllos y creyeron muchos, en aquel momento fueron uno con el Dios triuno.

En las epístolas, a través de las condiciones manifestadas en las diversas iglesias locales, el Señor nos muestra con más claridad lo que es tener el mismo sentir. 1 Corintios 1:10 dice que tenemos que hablar la misma cosa y estar unidos en una sola mente y en la misma opinión. ¿Cómo podemos hablar la misma cosa y tener la misma mente y la misma opinión? Todo el libro de 1 Corintios nos muestra que esta misma cosa que hablamos es Cristo, y la misma mente y la misma opinión son también Cristo. En nuestra vida diaria, si tomamos a Cristo como nuestro centro y nuestro todo, entonces lo que hablemos, lo que pensemos, lo que entendamos será solamente Cristo. Esto es tener el mismo sentir, lo cual nos conlleva a la práctica de la unidad.

Algunos creyentes corintios decían que ellos pertenecían a Pablo; otros decían que eran de Apolos; y aún otros decían ser de Cefas. Luego, algunos fueron lo suficientemente perspicaces como para decir que eran de Cristo. Ellos eran de cuatro tendencias. En otras palabras, tenían cuatro mentes y hablaban cuatro cosas diferentes, lo cual prodújo cuatro resultados, y esto terminó en división. Por tanto la unidad y el Cuerpo de Cristo se pierde de vista, y la edificación ya no se produce.

Filipenses 2:2 dice: “Sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”. ¿Qué es sentir lo mismo? Y ¿qué es sentir una misma cosa? Después de leer todo el libro de Filipenses, y especialmente después de leer todo el capítulo tres, podemos ver que esto se refiere a tener el conocimiento y la experiencias subjetivas de Cristo. Solamente Cristo es la centralidad y la universalidad de todo nuestro ser. Todo lo demás hace que nuestro sentir sea diferente y cause desunión. Por esta razón debemos centrar nuestra atención en el precioso conocimiento y experiencia de Cristo. Más aún, necesitamos tener el mismo amor, parecer y sentir que hubo en Cristo Jesús.

La unanimidad y las opiniones

La unidad genuina de la iglesia es la practica de la unidad del cuerpo, la cual es la unidad del Espíritu. Efesios 4.3-6. Ahora consideraremos la práctica de la unidad mediante la unanimidad. Cuando ponemos en práctica la unanimidad, debemos aprender a estar en un mismo espíritu con una sola alma. Fil. 1:27. Necesitamos volvernos a nuestro espíritu a fin de que nuestra alma sea participe de la unanimidad Fil. 2:2, 5; 4:2. Si hemos de tener el factor de la unanimidad genuina, necesitamos estar “perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer” 1 Co. 1:10; 7:25, 40:
El problema en la vida de iglesia en la localidad y de la obra del Señor que impide que la unanimidad sea real en nuestra experiencia es nuestra opinión. Mt. 16:22-25; Fil. 2:2; 4:2. Las opiniones son señal de tinieblas (Jn. 11:9-10); siempre que expresamos o seguimos una opinión que es contraria a la voluntad del Señor, esa opinión nos muestra que andamos en tinieblas. El Señor nunca obra basándose en la opinión de nadie; Él siempre actúa según Su propia voluntad y nunca actuará en conformidad con nuestra opinión, incluyendo una oración según nuestra opinión. 1 Jn. 5:14-15.

Estar en unanimidad significa ser uno en todo nuestro ser con el Señor y su cuerpo, y esto da por resultado que seamos uno en lo que hablamos. Ro. 15:5-6: El hecho de que tengamos una misma mente y hablemos a una sola voz significa que tenemos una sola Cabeza, Cristo, porque sólo la Cabeza tiene una mente y una boca; deberíamos pensar con la mente de Cristo y hablar con la boca de la Cabeza. Col. 1:18a; Fil. 2:2, 5. Cuando somos unánimes, hablamos la misma cosa; hablamos a una sola voz. La única manera de ser unánimes y hablar a una voz es darle lugar a Cristo para que Él sea todo en nuestro corazón y en nuestra boca, a fin de que Dios sea glorificado. Ef. 3:17a, 21

La armonia y la Bendición de Dios


Tener un mismo sentir según el Señor unos con otros es de gran importancia para que la paz de Dios gobierne nuestras vidas y la vida de la iglesia. Si usted desea hacer algo para el Señor y no lo hace en su paz y en armonía con otros mejor no lo comience.(2 Corintios 2:13) Seguir al Señor requiere esto, en ocasiones negarnos a nosotros mismos y no permitir que nuestra alma desee hacer cosas a su manera independiente aunque sea para el Señor.

Todos debemos darnos cuenta de que la bendición y la gracia de Dios sólo pueden venir a una situación donde hay unanimidad y armonia. Esta situación es la práctica de la unidad. En el Antiguo Testamento, el Salmo 133 dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición y vida eterna”. Dios dará gracia y enviará bendición solamente donde haya unanimidad, o sea, la práctica de la unidad.

Ciertamente, todos somos distintos en el alma debido a que tenemos diferentes maneras de pensar, sentir y decidir. Estas diferencias nos impiden experimentar plenamente a Cristo en el Cuerpo. Si no negamos el yo y experimentamos a Cristo en Su Cuerpo, nos será imposible experimentarlo plenamente. Solamente en el Cuerpo se experimenta a Cristo en plenitud. Si hemos de experimentar a Cristo en el Cuerpo, nuestra experiencia debe ser corporativa, es decir, en comunión, coordinación y compenetración con los hermanos. Además, a fin de experimentarle corporativamente, debemos ser de una sola alma con los demás. Es de vital importancia que recibamos y aprendamos esto.

La venida del Señor y la unidad

La venida del Señor será cuando la novia sea ataviada, es decir exprese la unidad del cuerpo. Y se cumpla la oración del Señor sobre la unidad en Juan 17. Muchos cristianos piensan que la unidad es imposible, pero de alguna manera no están creyendo que lo que el Señor oro se cumplirá. Señor oro de esta manera "Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste"(Juan 17:21-23) ¿Cree usted acaso que esta oración no se cumplirá? Por supuesto que SÍ se cumplirá. Antes de su venida el Señor tendrá una expresión genuina de su unidad en la tierra fuera del sistema denominacional divisivo por medio de los vencedores que Dios está levantando, los cuáles son Sion, un remamente o manada pequeña que representará la totalidad de la iglesia ante Dios.

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