El Dios que se esconde


Dios vino en lo secreto en el Hijo.

Jesús de Nazaret perteneció a un hogar pobre y creció para ser un carpintero: un carpintero muy ordinario que laboraba en pequeña escala, hasta que llegó a los treinta años. Al inicio de Su vida, lo pusieron en un pesebre, y al final de Su vida, lo pusieron en la cruz. ¿Quién jamás hubiera pensado que en Él moraba el Dios infinito?

Cuando el Hijo unigénito vino con el propósito de declarar a Dios, Él se escondió en una vida humana: una vida humana cuya apariencia era “desfigurada”, una vida humana que no tenía “aspecto atractivo ni majestad” (Is. 52:14; 53:2): Él vino de Galilea, una provincia insignificante, y del pueblo de Nazaret, un pequeño pueblo del cual los judíos decían que jamás podría salir profeta o persona de buena reputación (Jn. 1:46; 7:52).

Por tanto, cuando Él apareció, a las personas se les hizo difícil creer que Dios estaba presente en Él: se les hizo difícil incluso creer que Él era un profeta de Dios, pero Dios estaba escondido en el interior de Jesús de Nazaret (cfr. Col. 2:9). Si usted estudia las Escrituras con detenimiento, verá que Dios tiene la clase de temperamento al que no le agrada la ostentación; a Él le agrada obrar en secreto en vez de hacerlo públicamente (Mt. 17:1-9; Jn. 20:14-17; Lc. 24:13-37; Jn. 20:24-29; Is. 39:2-8)

Jesús no perseguía la fama, ni ser exaltado con sus manifestaciones y milagros
Después de realizar el milagro [de alimentar a cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños], el Señor subió al monte a solas para orar (Mt. 14:23; cfr. Lc. 6:12). El Señor no permaneció en el resultado del milagro con las multitudes, sino que se apartó para estar a solas con el Padre orando en el monte. Si vamos a cierto lugar y tenemos un gran éxito, ¿Nos alejamos inmediatamente o nos quedamos allí disfrutando ese gran triunfo?

Necesitamos ver y seguir el ejemplo del Señor Jesús. Él no permaneció en el resultado del gran milagro que acababa de realizar, sino que subió al monte para orar a solas. No le interesaba la fama, ni que le siguieran por los milagos, tan solo deseaba manifestar al Padre, buscar salvar y recobrar lo que se había perdido. Jesús dijo: Gloria de los hombres no recibo. (Juan 5:41)

Dios le agrada que lo que hagamos sea orar, dar, ayunar o cualquier otro servicio sea en secreto. En Mateo 6:1-18 El Señor nos enseña que nuestra relación con El y nuestro dar debe ser en secreto. Y en relación con los demás, no aparentando lo que no somos, ni buscando ser visto y exaltados por los hombres. Pablo aprendió del Señor y dijo: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; (Filipenses 2:3) Ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros. (1 Tes 2:5-6)

Dios es un Dios que se esconde.

El relato de Dios con Elías en 1 Reyes 19:1-18, Dios nos habla mucho de como El es. El Señor conocía las dificultades que Elías estaba pasando; y sabía que Elías esperaba una gran manifestación de Dios ante su situación, pero Dios deseaba hablarle mostrándole que es un Dios que se esconde y le mostró que Él no estaba en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego; Él estaba en la voz apacible y suave. Le dijo que Él había guardado para Sí siete mil personas que no se habían postrado ante Baal. Tal actividad de Dios estaba tan escondida que ni tan siquiera el profeta Elías sabía algo al respecto.

Los hombres somos opuestos a Dios. A Él le gusta esconderse, pero a nosotros nos gusta el despliegue, el espectáculo y la fama. Dios no anhela las manifestaciones externas, pero la mayoría de nosotros no nos quedamos contentos si estas no ocurran. Siempre esperamos algo que nos impresione de Dios, pero quizás no pensemos que Dios desea que oigamos su voz suave y apacible en nuestro interior, y es al oír su voz sencilla y secreta cuando recibimos paz y solución para seguir al Señor. Jesús dijo: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. (Juan 10.27)

Muchos cristianos suelen esperar siempre al Dios de las poderosas manifestaciones, solo se interesan en la manera de obrar exterior de Dios, pero no se interesan por el Dios que se esconde operando en sus hijos, y por desgracia son ajenos a su plan oculto, El cuál está trazando para cumplir su propósito eterno. Necesitamos conocer a Dios en su manera oculta de hacer las cosas.

"Verdaderamente Tú eres un Dios que se esconde, oh Dios de Israel, el Salvador" (Isaiac 45:15)


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 La vida y esencia de Dios
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