La vida y esencia de Dios
Dios es una persona que posee Su propia esencia y expresión. La Biblia nos dice que Dios en Su naturaleza es Espíritu, amor y luz ( Jn 4:24, 1 Jn. 4:8; 1:5). Tales expresiones denotan y describen la naturaleza de Dios. El Espíritu denota la naturaleza de la persona de Dios, que el amor denota la naturaleza de la esencia de Dios y que la luz denota la naturaleza de la expresión de Dios. Por tanto, Espíritu, amor y luz son los constituyentes de la naturaleza divina y son inmutables
La naturaleza y esencia de la Deidad es Espíritu. Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu”. En este versículo la palabra Espíritu no denota la persona de Dios; más bien, denota la esencia o la naturaleza de Dios. Así como la esencia de una silla de madera es madera, así también la esencia de Dios es Espíritu. El Espíritu es la esencia de Dios.
El amor y la luz están relacionados con Dios como vida, la cual pertenece al Espíritu (Ro. 8:2). Dios, el Espíritu y la vida en realidad son una sola entidad. Dios es Espíritu, y el Espíritu es vida. Dentro de esta vida se encuentran el amor y la luz. Cuando el amor divino aparece ante nosotros, se convierte en gracia, y cuando la luz divina resplandece en nosotros, se convierte en verdad.
Debido a que la esencia de Dios es el amor, la vida de Dios tiene la naturaleza propia del amor. El amor es la esencia de la naturaleza de Dios. Cuando tenemos a Dios mismo como nuestra vida divina, también poseemos la naturaleza propia de esta vida, la cual es el amor. Por tanto, como personas salvas y regeneradas, amamos a todos los hijos de Dios.
La vida de Dios
Dios es vida, su vida y su fluir son el contenido y la esencia de Dios, es decir Dios mismo, la misma sustancia de su ser. (La esencia es el constituyente intrínseco de cierta sustancia. Por lo tanto cuando decimos que hemos recibido vida, no estamos diciendo que el Señor vino a ofrecernos una parte o algo procedente de Dios tan solo, sino que lo que estamos recibiendo en realidad es a Dios mismo, su esencia y sustancia.
¿Qué es la vida divina? La vida es Dios mismo. ¿Qué significa tener vida? Tener vida es tener a Dios mismo. ¿Qué significa vivir la vida de Dios? vivir la vida es vivir a Dios mismo. Por tanto vivir en la vida divina no es vivir conforme a nuestras propias virtudes naturales, es decir de nuestra vida del alma (psujé) las cuales no proceden de Dios como Vida.
Ser participantes de la naturaleza divina equivale a ser participantes del Espíritu divino, del amor divino y de la luz divina. (2 Pedro 1:3-11)
La diferencia entre una persona religiosa y alguien que vive a Dios esta en que el religioso vive conforme a sus virtudes naturales que proceden de el mismo y el que vive a Dios, vive conforme a la experiencia de la vida del Espíritu, su fluir, fruto y virtudes.
Así que nuestro amor, humildad, ternura, paciencia. etc... que expresamos, Si no provienen del fluir y la manifestación de Dios no son realmente vida. Las buenas y elevadas virtudes que vivimos deben proceder del fluir, de la manifestación y expresión de Dios.
“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gal 5.22-23).
La Biblia también revela que Dios es justo y santo.
Dios es justo en Sus acciones, y Él es santo en Su naturaleza. Por tanto, Dios es amor y luz, y Él es justo y santo. La imagen de Dios puede ser descrita por estas cuatro palabras: amor, luz, justicia y santidad. Éstos son atributos de Dios.
El Espíritu y La Palabra
¿Han oído alguna vez que el Espíritu es la esencia de Dios y que esta esencia se transmite mediante la palabra que Dios habla?
¿Qué es lo que hacemos al llevar a cabo el ministerio de la Palabra? Hablamos Dios y lo introducimos en las personas. Al hablar impartimos la esencia divina en ellas.
Hablamos la esencia de Dios a los demás y se la impartimos. Muchos de nosotros pueden testificar que, como resultado de haber oído el ministerio genuino de la palabra, recibimos la esencia de Dios. Oímos la palabra y la recibimos. Y después de que recibimos la Palabra, ésta llega a ser espíritu y vida en nosotros.
El Espíritu es en realidad la esencia de Dios, quien llega a ser la vida misma dentro de nosotros. Todo mensaje que escuchemos que no llegue a ser espíritu y vida en nosotros, no es un mensaje apropiado. Ese mensaje, tal vez sea correcto en un sentido doctrinal y bíblico, pero no transmite la esencia de Dios. La palabra en nuestro ministerio debe ser la esencia misma de Dios.
En nuestro hablar debemos ser un solo espíritu con el Señor, a fin de poder hablar la esencia de Dios e impartirla en los demás. La esencia de Dios es transmitida a nosotros mediante la Palabra de Dios.