Conociendo nuestro corazón


La Biblia nos dice que, como seres humanos, tenemos ciertas partes internas además de los demás miembros y órganos de nuestro cuerpo físico. Estas partes internas son las partes de nuestro ser interior. El hombre se compone de espíritu, alma y cuerpo. El cuerpo, la parte física de nuestro ser, es visible. En esto consiste el aspecto externo de nuestro ser. Pero el espíritu y el alma, las partes internas de nuestro ser, son invisibles. El alma incluye la mente, la parte emotiva y la voluntad. Además de todas estas partes internas de nuestro ser, la Biblia también nos habla del corazón y de la conciencia.

Muchas personas solo relacionan el corazón con la parte sentimental o emotiva. Pero realmente nuestro corazón está compuesto por todas las partes de nuestra alma: nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad (Mt. 9:4; He. 4:12; Jn.14:1; 16:22; Hch. 11:23) y una parte de nuestro espíritu: nuestra conciencia (He. 10:22; 1 Jn. 3:20).

El alma es nuestra persona misma, pero el corazón es nuestra persona en el ejercicio de sus funciones; es decir el motor de nuestra alma, así como el corazón físico es el motor del cuerpo humano. Desde nuestro corazón es donde todo se impulsa, sean pensamientos, deseos o sentimientos. De manera que tenemos algo en nuestro ser interno que actúa como representante nuestro; este representante es nuestro corazón. Cuando un hermano le dice a su esposa: “Querida, te amo”, eso significa que su corazón la ama. De igual manera, cuando aborrecemos algo, es nuestro corazón el que lo aborrece. Cuando algo nos gusta o nos disgusta, es nuestro corazón el que siente gusto o disgusto por ello. Por lo tanto, nuestro corazón es nuestro representante, el comisionado o embajador de nuestro ser interior.

Los que hemos creído, hemos recibido la vida de Dios en nuestro espíritu. Pero de nuestro corazón depende abrirnos a la vida de divina o no.

El corazón es la válvula que regula la entrada y la salida de la vida divina, es el “interruptor” de dicha vida; si nuestro corazón no está bien, la vida divina que está en nuestro espíritu queda estancada. Aunque la vida divina posee gran poder, ésta es regulada por nuestro pequeño corazón. (Pr 4:23; Mt 12:33-37; Ez 36:26-27)
Debido a nuestra condición natural, tenemos un corazón muy voluble y variable. Por lo tanto nuestro corazón es a menudo engañoso y no fiable. En la salvación efectuada por Dios, nuestro corazón es renovado; sin embargo, en la experiencia diaria, nuestro corazón necesita ser lleno de Dios y renovado continuamente, debido a lo cambiable que es. (Ez. 36:26; 2 Co. 4:16).

Es necesario que volvamos nuestro corazón al Señor una y otra vez y que nuestro corazón sea renovado constantemente, de modo que nuestro amor por el Señor se mantenga nuevo y fresco.

La comunión constante con Dios en oración, da como resultado que disfrutaremos de la paz de Dios, a fin de que nuestro corazón y nuestros pensamientos sean guardados en Cristo. (Fil. 4:6-7).

¿Qué desea El Señor con respecto nuestro corazón?

El deseo de Dios es conseguir en nosotros un corazón tierno, es decir, cambiar nuestro corazón de piedra – duro – por un corazón de carne – tierno – (Ez. 36:26). Tener un corazón tierno significa tener un corazón que se sujeta al Señor y cede ante Él, es decir, un corazón no obstinado, ni rebelde ni endurecido a causa del tráfico mundano. (cfr. Éx.32:9).

Dios desea que tengamos un corazón puro y amoroso: Tal corazón únicamente ama a Dios y sólo desea a Dios mismo; además de Dios, no tiene ningún otro amor ni ninguna otra preferencia o deseo (Sal. 73:25; cfr. Jer. 32:39).

Dios desea que nuestro corazón esté lleno de paz mediante una conciencia libre de ofensas, condenación o reproches (Hch. 24:16; 1 Jn. 3:19-21; He. 10:22). Si confesamos nuestros pecados a la luz de la presencia de Dios, recibiremos Su perdón y Su lavamiento de tal modo que, teniendo una buena conciencia, podremos disfrutar de comunión ininterrumpida con Dios

Resumiendo: Toda experiencia espiritual se inicia al surgir amor en el corazón; si no amamos al Señor, es imposible obtener experiencia espiritual alguna.


El sentido de la vida humana
El libre albedrio del hombre
Las tres partes del ser humano
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