Un corazón puro para el Señor


Aquel que desea ir en pos del Señor y servirle, debe rendirle completamente su corazón. Lamentablemente, hay un problema: una vez que la persona se entrega, trae con ella no sólo su corazón, sino también su propia manera de hacer las cosas.


En 2 Corintios 3:16 dice: “Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado”. El velo concierne al corazón. Un velo es algo que nos impide entrar dentro de Dios y conocerle, y es debido a nuestra manera de ver las cosas, los conceptos viejos y erróneos e incluso  nuestra propia religión que es nuestra manera propia y particular de relacionarnos con Dios. Esto indica que cuando nuestro corazón está lejos del Señor, el velo está puesto sobre nuestro corazón. Cuando  nuestro corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. En realidad, el corazón alejado del Señor es el velo, volver nuestro corazón al Señor es quitar el velo.

Si usted está dispuesto a permitir que Dios opere en usted, lo primero que deben hacer es volver su corazón a Dios. Dios no puede trabajar en muchas personas porque su corazón no está puesto en El. Es imprescindible ver que Dios sólo desea nuestro corazón; y todo lo que estorba tiene que ser desarraigado por El. Todo punto de vista particular y todo camino religioso que tengamos debe ser subyugados por Dios, ya que El quiere únicamente nuestro corazón.

Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne" Ezequiel 11:19


Dios obra en nuestro ser con el fin de forjarse en nosotros, y lo que El realiza en nosotros se rige este principio, a saber, El obra desde el espíritu hacia las otras partes del hombre. Por ejemplo, cuando lanzamos una piedra a un estanque, se producen ondas en la superficie del agua que van desde el centro hacia la circunferencia, y de círculo en círculo. Asimismo, la obra que Dios lleva a cabo en nosotros se realiza desde el centro de nuestro ser, que es nuestro espíritu, hacia las otras circunferencias, que es el alma y nuestro cuerpo. El desea alcanzar nuestra alma y cuerpo, y lo hace partiendo desde nuestro espíritu.


 Como seres humanos, tenemos un órgano externo, el cuerpo, con el cual tenemos contacto con el mundo físico y visible. También tenemos un órgano interno, el espíritu, con el cual tenemos contacto con Dios y el mundo espiritual. El alma, ubicada entre estos dos órganos, es nuestra persona, nuestro yo. El alma denota la persona misma, mientras que el corazón es la persona en acción. Esto quiere decir que siempre que actuamos, actuamos conforme a nuestro corazón. Por lo tanto, podemos decir que nuestro corazón es nuestro representante en acción. De manera que tenemos algo en nuestro ser interno que actúa como representante nuestro; este representante es nuestro corazón. Cuando un hermano le dice a su esposa: “Querida, te amo”, eso significa que su corazón la ama. De igual manera, cuando aborrecemos algo, es nuestro corazón el que lo aborrece. Cuando algo nos gusta o nos disgusta, es nuestro corazón el que siente gusto o disgusto por ello. Por lo tanto, nuestro corazón es nuestro representante, el comisionado o embajador de nuestro ser interior.

Dios desea forjar Su vida en cada parte de nuestra alma, es decir, en nuestra mente, voluntad y parte emotiva. ¿Cómo logra Dios hacer esto? El requisito básico de la obra de Dios consiste en que el hombre debe cooperar con El; el hombre debe permitir que Dios opere en él. Esto no significa que Dios no hace nada, sino que muchas personas simplemente no cooperan con El.

Si deseamos permitir que Dios nos moldee y opere en nosotros, lo primero que debemos hacer es volver nuestro corazón a Dios. Dios no puede trabajar en nosotros si nuestro corazón no está realmente puesto en El. Muchas personas acuden a Dios para que les de lo que desean. No podemos decir que estas personas no amen al Señor, sin embargo, ellas también quieren algo más aparte del Señor mismo, aún sus corazónes necesitan amar a Dios de manera más pura, no solo porque Dios les de alguna cosa sino por Dios mismo y su propósito.

Si Dios desea obrar en nosotros, pero nosotros no cooperamos con El, El usará algunos medios para que estemos dispuestos a cooperar. Aquí vemos que si deseamos que Dios opere en nosotros, tenemos que cooperar con El; de lo contrario, nos veremos en problemas. Pero, ¿cuál es la manera en que cooperamos con Dios? En primer lugar, esto tiene que ver con nuestro corazón. Si queremos cooperar con Dios y permitirle que trabaje en nosotros, primero que todo debemos volver nuestro corazón a Dios, porque los de corazón puro verán a Dios. En la Biblia, un corazón puro se refiere principalmente a un corazón que desea a Dios. La meta de aquellos que son puros de corazón es Dios mismo. Ellos no desean dinero, posición, ropa bonita ni perfumes caros. Ellos tampoco tienen sus ojos puestos en su cónyuge o en sus hijos. El corazón de ellos se halla completamente entregado a Dios.

 En Mateo dice: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios” (5:8); y en Salmos dice: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra” (73:25). Los de corazón puro tienen un corazón tan puro que sólo desean a Dios y nada más que a Dios mismo.

 “Bienaventurados los de corazón puro” ¿Qué es algo puro? “Es algo libre y exento de toda mezcla de otra cosa” Por ejemplo, cuando se describe algo como oro puro, significa que no es nada más que oro; solamente es un solo ingrediente y nada añadido. De modo que, ¿Qué significa ser puros de corazón?  “Un corazón puro es un corazón sencillo sin mezcla, un corazón que sólo busca al Señor y toma al Señor como la única meta para llevar a cabo su voluntad (1 Co. 10:31,Timoteo 1:5)

Nuestro corazón puede estar limpio al confesar al Señor nuestros pecados y experimentar Su perdón o al no ensuciarse con el pecado, sin embargo, pueda que no sea puro, es decir, libre de mezcla hacia el Señor. Cualquier cosa o meta propia, no solamente lo que es pecaminoso, puede causar que nuestros corazones sean impuros o mezclados hacia al Señor.

En la tierra tan solo Cristo tuvo un corazón puro y absoluto para Dios. Si le permito que él viva en mí, su corazón puro y absoluto se expresará en mí. “Señor guárdame de tener un corazón mezclado. Purifica mi corazón. Muéstrame cualquier cosa en mi corazón, buena o mala, que ha llegado a ser mi meta u objetivo aparte de Tu preciosa Persona”

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