¿Por qué tantos grupos y religiones?

La respuesta está en el significado de Babel y su ciudad Babilonia. Muchas personas han interpretado esto tan solo como el origen de las lenguas pero este concepto, aunque es cierto, es insuficiente, más bien aquí se observa el origen de las religiones y los principios que las rigen. El principal significado de la torre de Babel tiene que ver con el intento de los hombres de unirse para construir algo en la tierra que alcance el cielo.
En la construcción de Babel, los hombres unidos mediante sus propios recursos y esfuerzos empezaron a construir una torre que alcanzara el cielo usando ladrillos. Existe una diferencia básica entre el ladrillo y la piedra. La piedra es hecha por Dios y los ladrillos son una invención humana, un producto del hombre. Por tanto, El ladrillo representa la capacidad humana que cuando se dirige hacia Dios sin depender de El se convierte en la religión. En Babel, Dios con su juicio y actuación quizo mostrar que nada que procede del esfuerzo natural del hombre puede llegar hasta El, tan solo lo que procede de Él mismo.
Las religiones se rigen por este mismo principio: el de babel, es decir, que los hombres según sus mentes limitadas, sus opiniones y su capacidades naturales se unen para hacer la obra y edificación de Dios sin depender de Él realmente. "Él nombre Babilonia se origina en Babel” La palabra Babel significa confusión y desorden, y esto es lo que refleja la existencia de tantas diferentes religiones, divisiones y grupos religiosos, inclusive cristianos. Todas quieren "hacerce de un nombre" que las diferencie, por su confusión no se pueden unificarse ni entender entre ellas, aunque lo intenten con una aparente unión exterior y no práctico o algun tipo de ecumenismo religioso.
En la Biblía Babilonia representa la capacidad humana.
Representa un cristianismo falso, un cristianismo que no permite que el Espíritu Santo tenga autoridad. No busca la guía del Espíritu Santo; lo hace todo por los esfuerzos humanos. Las personas que se conforman a este principio no ven que ellas son limitadas; por el contrario, intentan llevar a cabo la obra del Señor por su propia capacidad natural. No adoptan una postura que les permita decir con sinceridad: “Señor, si Tú no nos concedes gracia, no podemos hacer nada”. Ellos piensan que la capacidad humana puede ser suficiente para llevar a cabo los asuntos espirituales. Su intención consiste en establecer algo sobre la tierra que llegue al cielo.
Un hombre tiene algún talento natural y piensa que puede predicar después de haber estudiado un poco de teología. ¿Qué es eso? ¡Ladrillos! Otro hombre muy inteligente recibe ayuda y posee algún conocimiento y luego se hace obrero cristiano. Repetimos: ¿Qué es eso? ¡Ladrillos! A cierto hombre, por tener gran capacidad, se le pone a cargo de los asuntos de la iglesia. ¿Qué es eso? ¡Ladrillos! Todas estas cosas son intentos del hombre para construir algo que va de la tierra al cielo por la capacidad humana, por los ladrillos. Repetimos enfáticamente que en la iglesia no hay lugar para el hombre. Lo celestial sólo puede proceder del cielo; lo terrenal jamás podrá ir al cielo.
La dificultad del hombre radica en que no ve que está bajo juicio, ni que es solamente polvo y barro. Por muy alto que construya el hombre, el cielo siempre quedará más elevado. Dios destruyó el plan del hombre de construir la torre de Babel para mostrarle al hombre que él es inútil en los asuntos espirituales. El hombre no puede hacer nada.
El principio de Babilonia consiste en mezclar las cosas del hombre con la Palabra de Dios, y las cosas de la carne con las cosas del Espíritu. Es hacer pasar algo que es de los hombres como si fuese de Dios. Es recibir la gloria de los hombres para satisfacer la concupiscencia del hombre. Por consiguiente, Babilonia es el cristianismo lleno de la levadura, mixtura y de corrupción.
Las religiones son las grandes causantes de la gran confusión que existe en humanidad y de que el hombre se cuestione. ¿Dónde está Dios y la verdad? Por lo tanto es necesario distinguir entre lo que Dios esta edificando en la tierra y lo que el hombre esta edificando, y salir de todo aquello que tenga el sabor a Babilonia, es decir el sabor a la religión.
Un hombre tiene algún talento natural y piensa que puede predicar después de haber estudiado un poco de teología. ¿Qué es eso? ¡Ladrillos! Otro hombre muy inteligente recibe ayuda y posee algún conocimiento y luego se hace obrero cristiano. Repetimos: ¿Qué es eso? ¡Ladrillos! A cierto hombre, por tener gran capacidad, se le pone a cargo de los asuntos de la iglesia. ¿Qué es eso? ¡Ladrillos! Todas estas cosas son intentos del hombre para construir algo que va de la tierra al cielo por la capacidad humana, por los ladrillos. Repetimos enfáticamente que en la iglesia no hay lugar para el hombre. Lo celestial sólo puede proceder del cielo; lo terrenal jamás podrá ir al cielo.
La dificultad del hombre radica en que no ve que está bajo juicio, ni que es solamente polvo y barro. Por muy alto que construya el hombre, el cielo siempre quedará más elevado. Dios destruyó el plan del hombre de construir la torre de Babel para mostrarle al hombre que él es inútil en los asuntos espirituales. El hombre no puede hacer nada.
El principio de Babilonia consiste en mezclar las cosas del hombre con la Palabra de Dios, y las cosas de la carne con las cosas del Espíritu. Es hacer pasar algo que es de los hombres como si fuese de Dios. Es recibir la gloria de los hombres para satisfacer la concupiscencia del hombre. Por consiguiente, Babilonia es el cristianismo lleno de la levadura, mixtura y de corrupción.
Las religiones son las grandes causantes de la gran confusión que existe en humanidad y de que el hombre se cuestione. ¿Dónde está Dios y la verdad? Por lo tanto es necesario distinguir entre lo que Dios esta edificando en la tierra y lo que el hombre esta edificando, y salir de todo aquello que tenga el sabor a Babilonia, es decir el sabor a la religión.
¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia la Babilonia religiosa?
Apocalipsis 18:4 dice: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo Mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis sus plagas”. En 2 Corintios 6:17-18 dice también: “Por lo cual, ‘salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y Yo os recibiré’”Según la Palabra de Dios los hijos de Dios no pueden participar en nada que sea de índole babilónica. Dios dijo que debemos salir de toda situación donde el poder del hombre esté mezclado con el poder de Dios, donde la capacidad humana se mezcle con la obra de Dios, y donde las opiniones humanas se mezclen con la Palabra de Dios. No podemos participar en nada que sea de índole babilónica. Tenemos que abandonarlo por completo. Los hijos de Dios deben aprender, desde lo profundo de su espíritu, a apartarse de Babilonia y a juzgar todas sus acciones. Si hacemos eso, no seremos condenados juntamente con Babilonia.