La nueva creación según Dios


Dios creó al hombre y lo formó de la tierra. Adán tuvo un cuerpo con un alma. Fue un ser viviente (Gn.2:7) Adán es terrenal, es el primer hombre de la vieja creación, nosotros sus descendientes, igualmente terrenales. Adán, como todos nosotros, fue creado para contener la vida Divina y expresar a Dios, pero por causa del pecado no se le permitió comer del árbol de la vida que tipificaba la vida de Dios, de esta manera Adán fracasó, y trajo la muerte, el dolor y el pecado a su descendencia. El pecado de Adán fue trasladado a toda su descendencia, todos los hombres se hicieron pecadores, todos envejecen y mueren, todos estamos en Adán desde el principio y en su conjunto somos el viejo hombre o la vieja creación (Ef. 4:24).

Dios es Espíritu no envejece jamás, es eterno, su naturaleza es siempre nueva y no contiene el elemento de la vejez y la muerte. El cuerpo del hombre envejece, por lo tanto es terrenal y mortal. Nuestro ser humano natural por nacimiento no posee la vida de Dios, ni la naturaleza divina, sino que forma parte de la vieja creación.

En Adán todos somos participantes de la vieja creación, de lo que Adán es por naturaleza y de la muerte que recibió, pero ahora en Cristo participamos de todo lo que pertenece a la nueva creación, es decir su vida.

"Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados" (1 Co.15:22)

¿Cuál es La diferencia entre la vieja creación y la nueva creación?
Consiste en que en la vieja creación, Dios no le ha sido dado al hombre como vida, pero en la nueva creación El es impartido como vida en Su pueblo escogido. Adán no recibio a Dios como vida antes de caer. No importa cuán bueno haya sido Adán antes de la caída, Dios no le había sido dado como vida. Adán era bueno, pero no tenía el elemento divino en su interior. El era simplemente la vieja creación, es decir, la creación que no tiene a Dios dentro de El.

La vieja creación no posee la vida y la naturaleza divina, pero la nueva creación, la cual se compone de los creyentes, aquellos que han nacido de Dios, sí las posee. La Biblia afirma que tenemos la vida divina y que somos partícipes de la naturaleza divina (Jn. 1:13; 3:15; 2 P. 1:4). Por lo tanto cuando veamos las palabras en la Biblia: nacer de nuevo, nueva vida, novedad de vida, nueva creación, nuevo Hombre, nueva Jerusalén hacen referencia a que Dios y el hombre son unidos en su vida y naturaleza, la cuál es siempre es nueva y eterna.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).

La cruz termina con la vieja creación

El reino de este mundo no es el reino de Dios. Dios deseaba en su corazón un reinado universal en su creación cuya cabeza fuera Cristo, su Hijo (Col. 1:16,17). Pero Satanás, obrando por medio del hombre caídp y carnal, ha instaurado un sistema opuesto conocido en las Escrituras como 'este mundo' un sistema en el cual nosotros estamos implicados y que Satanás mismo domina. De hecho, él ha llegado a ser “el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31).

Las dos creaciones

Así la primera creación cayó, bajo el poder de Satanás, ha venido a ser la 'antigua creación'. Dios está introduciendo una 'nueva creación', un nuevo reino y un nuevo mundo, y nada de aquella antigua creación, el antiguo reino o el antiguo mundo, puede transferirse o ser transferido al nuevo. Se trata, pues, de que existen ahora dos reinos rivales, y de nuestra pertenencia a alguno de ellos. Para poder introducirnos en esta nueva esfera, Dios debe hacer algo nuevo en nosotros, debe hacernos “criaturas (creación) nuevas”. A menos que seamos hechos de nuevo nunca podremos ser aptos para participar en este nuevo reinado: “Lo que es nacido de la carne, carne es”, y “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (Jn. 3:6; 1 Co. 15:50).

A pesar de la educación, cultura, mejoramiento, la carne todavía es carne. Nuestra aptitud para el nuevo reino es determinada por la creación a la cual pertenecernos. ¿Pertenecemos a la antigua creación o a la nueva? ¿Somos nacidos de la carne o del Espíritu? Nuestra aptitud para este nuevo reino al final gira sobre la cuestión de origen. La cuestión no es entre lo bueno o lo malo, sino entre la carne o el espíritu; “lo que es nacido de la carne, carne es”, nunca será otra cosa. Aquello que es de la antigua creación jamás podrá entrar en el nuevo reino. Una vez que veamos a fondo lo que Dios busca algo totalmente nuevo para Él mismo, entonces veremos claramente que jamás podremos introducir nada del antiguo reinado en el nuevo.

Dios deseaba poseernos para sí mismo, pero Él no podía introducirnos, como estábamos, en aquello que Él había propuesto; así que primeramente nos eliminó por la Cruz de Cristo y luego por la resurrección nos proveyó una nueva vida. Siendo ahora una nueva creación (2 Co. 5:17), con una nueva naturaleza y nuevas facultades, podremos entrar en este nuevo reino y el nuevo mundo.

Tenemos ahora ante nosotros dos mundos, la antigua creación y la nueva creación. En el antiguo, Satanás tiene el dominio absoluto. Tú puedes ser un buen hombre en la antigua creación, pero mientras pertenezcas a ella estás bajo pena de muerte, porque nada de la antigua creación puede pasar a la nueva.

La Cruz fue el medio que Dios usó para ponernos completamente a un lado y la resurrección el que usó para impartimos todo lo necesario para nuestra vida en la nueva esfera (Ro. 6: 4). La resurrección está al comienzo de la nueva creación. Es bendita cosa ver que la Cruz termina todo lo que pertenece al primer régimen, y la resurrección presenta todo lo que pertenece al segundo. La resurrección es el nuevo punto de partida.

La Cruz de Cristo es la declaración de Dios de que todo lo que es de la antigua creación debe morir. Nada del primer Adán puede pasar más allá de la Cruz; todo termina allí. Cuanto más pronto veamos esto, tanto mejor, pues es por la Cruz que Dios nos ha hecho un camino para escapar de la vieja creación. Dios encerró en su Hijo todo lo que fue de Adán y lo crucificó; así en Él todo lo que fue de Adán se eliminó. Es como si Dios hubiera proclamado por todo el universo: “Por medio de la Cruz Yo he puesto de lado todo lo que no es de Mí; y vosotros, que pertenecéis a la antigua creación, estáis todos incluidos en la Cruz; ¡vosotros también habéis sido crucificados con Cristo!” Ninguno de nosotros puede escapar de ese veredicto.

Por la Cruz, Él nos ha hablado de su juicio contra nosotros, contra el mundo, contra la antigua creación y contra el antiguo reino. La Cruz no es sólo de Cristo -una Cruz 'individual'. Es una Cruz que incluye a todos, una Cruz 'corporativa', una Cruz colectiva que me incluye a mí y a ti. Dios nos ha puesto a todos en su Hijo y nos crucificó en Él. En el Último Adán, Él ha borrado todo lo que fue del primer Adán.

¿Cuándo somos la nueva creación, el nuevo hombre?

Antes de recibir a Cristo eramos la vieja creación pero al recibir a Cristo en nuestro espíritu humano, recibimos la vida y naturaleza de Dios que es eterna. En esta unión de nuestro espíritu con el Espíritu del Señor; llegamos a ser la nueva creación en Cristo. Así que la nueva creación es el nuevo hombre en Cristo (Ef. 4:22), nuestro ser interior regenerado por el Espíritu (Jn. 3:6), en el cual la vida de Dios y la naturaleza divina han sido forjadas (Jn. 3:36; 2 P. 1:4), y Cristo es el elemento constituyente (Col. 3:10-11).

La nueva creación es el nuevo Hombre que son todos los seres humanos que reciben la vida y naturaleza de Dios, son nacidos de Dios e introducidos en Cristo.

Cristo es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación (Col.1:15)

En Colosenses 1:18 vemos que Cristo no es solamente el Primogénito de toda creación, sino el primogénito de entre los muertos y la primicia en la resurrección (1 Cor. 15:20), Esto se refiere a la nueva creación. La vieja creación llegó a existir por la actividad creadora de Dios, mientras que la nueva creación llegó a existir mediante la resurrección de Cristo. Cristo tiene el primer lugar tanto en la vieja creación como en la nueva creación, la cual es la iglesia, el Cuerpo de Cristo. En la iglesia como nueva creación, Cristo lo es todo. Conforme a Colosenses 3:10 y 11, Cristo es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos ellos.

Cristo es el postrer Adán y el segundo hombre

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. (1 Cor. 15:45) El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.(1 Cor. 15:47)

Adán fue el primer hombre, pero Cristo al encarnarse tomo un cuerpo semejante al de Adán ( Heb 2:17) para representarnos y ser nuestro sustituto, El debía de venir del cielo como el Postrer Adán y el segundo hombre para morir, resucitar y llegar a ser el Espíritu vivificante que nos suministra vida, (1 Co.15: 45) ser Señor de todos y la Cabeza del Nuevo Hombre, de este modo producir una nueva descendencia en El, haciéndolos participes de su vida misma, al recibirle a El.

Las Escrituras no mencionan a Cristo como el segundo Adán sino el último o postrer Adán; ni se refiere a Él como el último hombre, sino el segundo hombre. Es importante notar esto, pues encierra una verdad de gran valor. Como el postrer o último Adán, Él es la suma total de la humanidad; como el segundo hombre, es la Cabeza de una nueva raza. Como el último Adán, reúne en sí mismo todo aquello que estaba en Adán; como el segundo hombre, habiendo por su Cruz quitado el primer hombre (Adán) en quien el propósito de Dios fue defraudado, presenta otro hombre (Cristo) en quien aquel propósito es plenamente llevado a cabo.

Cuando Cristo fue crucificado, lo fue en el carácter del último Adán: con lo que estaba dando fin al primer Adán para ser quitado. Nosotros todos fuimos incluidos en su muerte. Como el último Adán, Él quita la raza humana antigua, y como el segundo hombre presenta una nueva raza humana con la naturaleza divina (2 Pedro 1.3) En su resurrección está en pie como el segundo hombre. Morimos en Él como el último Adán; vivimos en Él como el segundo hombre. Nuestra antigua historia finaliza con la Cruz; nuestra nueva historia comienza con la resurrección.

Por la obra de la Cruz Dios dio fin a toda la antigua creación, y de la muerte surge una nueva creación en Cristo, el segundo hombre en resurrección. Si estamos “en Adán” todo lo que está “en Adán” viene a ser nuestro inevitablemente y sin ningún esfuerzo nuestro. Así también si estamos “en Cristo” todo lo que está en Cristo nos viene por gracia, sin esfuerzo alguno de nuestra parte, sobre la base de la fe sencilla que proviene de Dios.

Necesitamos vivir en el Espíritu, según el principio de la novedad vida 


Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. (Romanos 6:4)

Si somos iluminados, veremos que como cristianos debemos andar por el principio básico de la nueva creación. Este principio básico consiste en que Dios se ha unido a nosotros. La nueva creación viene a ser muy práctica en nuestra vida diaria. Si amamos a otros conforme a este principio y no meramente conforme a la ética o según nuestro amor natural, Dios amará en nuestro amor. Amaremos a otros juntamente con Dios. Entonces otros se darán cuenta de que en nuestra vida hay algo que es más elevado que la ética.

Este asunto de andar por el principio de la nueva creación es misterioso, y no son muchos los cristianos que lo han visto. El principio básico de la nueva creación consiste en que un ser humano vive la vida divina. Nuestro andar diario debe ser regulado por este principio, el principio de vivir por medio de la vida divina. En realidad es la maravillosa Persona de Cristo viviendo en nosotros. Para ello es necesario que Dios mismo sea forjado en nosotros, que nos sature, y que nos haga uno con El.

Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte, porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Ro. 6:3,4).

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura (creación) es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17).

“El Padre, que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz... nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col. 1:12, 13).

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