Orar en el nombre de Jesús


Por lo general, los cristianos concluyen sus oraciones diciendo: “En el nombre de Jesús, amén”. Usan el nombre del Señor como si éste fuese un sello, una coletilla o una firma para endosar sus oraciones 
creyendo que así somos oídos. Sin embargo, de acuerdo con la Biblia, esto no equivale a orar al Padre en el nombre del Señor. Cuando pedimos algo al Padre en el nombre del Hijo, es posible usar el nombre del Hijo como una formula mágica, pero está manera no implica de que seamos oídos. 

Por otra parte hay también muchos cristianos que no saben que es necesario orar en el nombre del Señor. A menudo, muchos cristianos dicen que oran por la sangre preciosa del Señor o por los méritos del Señor. Sin embargo, la Biblia dice claramente que debemos orar en el nombre del Señor. 

¿Qué es orar en su nombre?

Orar en el nombre del Señor significa que estamos unidos con el Señor y permitimos que Dios sea manifestado a través de nosotros. Nunca consideremos que la expresión en el nombre del Señor es una frase o un formalismo que se debe usar al final de cada oración.  Añadir en el nombre del Señor no significa necesariamente que se tenga tal realidad, y el hecho de no que no se añada esta frase no significa que tal realidad está carente. No es un asunto de formalismo, sino un asunto de realidad. 

Una persona que realmente ora en el nombre del Señor es uno con el Señor. Su oración, por tanto, es lo que el Señor está pidiendo. Dicha persona se ha unido con el Señor a tal grado que los dos han llegado a ser uno. Orar en el nombre del Señor significa que nosotros, los que estamos orando, estamos en una unión con el Señor. Cuando oramos en el nombre del Señor, el Señor ora juntamente con nosotros.(Lecciones acerca de la oración, pág. 249) 

Hermanos y hermanas, muchas veces después de haber orado, no podíamos afirmar que habíamos orado en el nombre del Señor, porque sabíamos que ésa simplemente había sido nuestra oración; es decir, que el Señor no habría orado de esa manera. Así que, al final, debimos haber dicho: “Oh Dios, oramos en nuestro propio nombre”, pues en la práctica, fuimos nosotros, y no el Señor, quien oró en nosotros.

Orar en su nombre es orar conforme a la voluntad de Dios

 A fin de estar en la realidad de orar en el nombre del Señor, tenemos que orar en el Señor. Cuando oremos de esta manera, el Señor también orará en nosotros. En Juan, del capítulo 14 al 16, el Señor Jesús indica claramente que las oraciones en el nombre del Señor ofrecidas por aquellos que viven en el Señor son oraciones que llevan a cabo la voluntad de Dios. 

Cuando primero oímos que necesitábamos orar en el nombre del Señor, pensamos que podíamos orar por cualquier cosa en el nombre del Señor. Pero a medida que aprendemos la lección, descubrimos que de cada diez asuntos por los que deseamos orar, sólo podemos orar por dos. Comprendimos que los otros ocho no son la voluntad del Señor y, por tanto, el Señor no puede orar por estos asuntos juntamente con nosotros. Todas las verdaderas oraciones en el nombre del Señor ciertamente concuerdan con la voluntad de Dios. 

Jesús vino en el nombre del padre

El hecho de que el Señor viniera en el nombre del Padre [Jn. 5:43] no significa que usara el nombre del Padre como un sello; antes bien, significa que Él vino con el Padre y en el Padre. Cuando Él vino, el Padre también vino. (Estudio-vida de Filipenses, pág. 376)

Los versículos de Juan 14 y 15  nos puede ayudar a entender lo que significa orar al Padre en el nombre del Hijo. En Juan 15:16 y en 16:23-24, el Señor Jesús mandó a los discípulos que oraran en Su nombre.

En los capítulos del 14 al 16 de Juan también podemos ver que hacer la voluntad de Dios y orar en el nombre del Señor son casi lo mismo. Cuando usted ora en el nombre del Señor, eso equivale a hacer la voluntad de Dios. Por ser una persona que vive en el Señor y por el Señor, su vivir es el vivir del Señor. Consideren por favor, ¿puede tal persona seguir teniendo metas o inclinaciones aparte del Señor? Por supuesto que no.

Orar en el nombre del Señor no tiene que ver con ser dignos

Cuando yo era joven, se me enseñó que debíamos orar en el nombre del Señor Jesús y no en nuestro propio nombre, ya que nosotros somos indignos de pedirle algo a Dios. Más adelante descubrí que el Señor Jesús había venido no en Su propio nombre, sino en el nombre del Padre. Sin embargo, Su venida en el nombre del Padre no tenía que ver con ser digno. Orar en el nombre del Señor Jesús no tiene nada que ver con ser dignos; más bien, tiene que ver con ser uno con Cristo.  Dios nos ha hecho uno con Cristo. (Mensajes en el entrenamiento del otoño de 1990, págs. 31- 32) 

Orar en su nombre no se basa en nosotros mismos

De manera personal entendamos que orar en el nombre del Señor Jesús significa que no acudo al Padre por medio de mi mismo, sino en el nombre del Señor Jesús, es decir en Cristo" Por lo tanto nuestra oración y palabras no se basan en nosotros mismos sino en su nombre, es decir en su misma persona. Cuando estoy delante de Dios en el nombre del Señor Jesús, eso significa que no estoy allí por mi propia cuenta, sino en El; no estoy allí a causa de lo que tengo, ni de lo que soy o seré, sino simplemente estoy por y en el Señor.

Muchas personas esperan que sus oraciones sean contestadas en el futuro cuando ellas mejoren en lo espiritual. Comprendamos que la razón por la cual podemos orar es debido a su nombre, no a nuestro propio nombre. Nos presentamos delante de Dios en su nombre: por causa de Jesús, no por causa de nosotros mismos y nuestros méritos. Estamos delante de El por su Sangre, su Justicia, a causa de su voluntad, y no por nosotros, nuestros intereses, ni por nuestra justicia propia.

La promesa de recibir lo que oremos en su nombre

Por tanto, quisiéramos mencionar una vez más que de todos los pasajes de la Biblia que tratan sobre la promesa de Dios en cuanto a la oración, ninguno parece ser tan amplio como el que se presenta aquí en el Evangelio de Juan. Aquí el Señor Jesús dice: “Pedid lo que queráis, y os será hecho” (15:7). En un sentido esta promesa es realmente amplia. Pero en realidad, tal oración también es muy estrecha, porque el tipo de oración que se menciona en Juan, del capítulo 14 al 16, es una oración hecha en el Señor. Por una parte, dice que todo lo que quieran les será dado, pero por otra, dice que tal oración debe hacerse en el nombre del Señor. 

Aunque usted pueda tener muchos deseos cuando está en sí mismo, una vez que se vuelva y entre en el nombre del Señor, usted verá cómo sus deseos son restringidos y que hay muchas cosas que simplemente no puede pedir. (Lecciones acerca de la oración, págs. 250, 252-253)

El precioso valor del nombre de Jesús

Él Señor ha confiado a sus hijos algo de incalculable valor; nos ha dado su propio nombre. Su nombre es autoridad y poder; "En el nombre del Señor Jesús" realmente significa que el Padre nos ha confiado su Hijo, para que en todo lo que digamos o hagamos en El sea para que sea glorificado.

Hagamos uso de una ilustración. Supongamos que usted deposita una suma de dinero en el banco. Y supongamos, además, que el retiro de cualquier cantidad de dinero de dicho banco exige una clave de parte de usted. Un día usted encarga a un amigo que le retire cierta cantidad de dinero del banco, y le da su clave. Para él resulta sencillo retirar el dinero, puesto que tiene su clave. Solo El puede usar la clave si es autorizado por usted.

Otro ejemplo obtenemos de una embajada en otro país. La embajada esta representando a ese país y está autorizada en el nombre de ese país para realizar las gestiones oportunas conforme a sus leyes y principios y no conforme a sus propios criterios. "Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (2 Cor. 5:20)

Orar en el nombre de Jesús requiere permanecer en Cristo.

Según la verdad fundamental que se revela en Juan 14 y 15, orar o hacer algo en el nombre del Señor significa hacerlo conforme a su voluntad, en unión con El, permaneciendo en El, a fin de que El sea glorificado.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. (Juan 15:1-10) Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.(1 Juan 5:14)

Orar en su nombre es orar en su persona

Decir “en el nombre de Jesús” no sirve para nada, sino estamos permaneciendo en Cristo, en la experiencia de su muerte y resurrección, y oramos conforme a su voluntad para que el Padre sea glorificado. En el nombre de Jesús esta implícito su misma persona. Orar en su nombre es orar en su persona, es estar en Cristo, en el Espíritu, siendo uno con los miembros del cuerpo. Solo en El somos autorizados y su nombre tiene valor y autoridad.

A La iglesia se le ha dado el nombre de Jesús, el cual es sobre todo nombre, y solo su nombre que es su autoridad tiene la eficacia cuando Cristo mora en nosotros y es en realidad la cabeza. De esta manera el nombre del Señor Jesús realmente nos capacita para ser sus embajadores y representación en asuntos de los santos, en hacer que la gente sea salva y sana, como también para tener autoridad sobre el
 diablo y echar fuera demonios.

Conocer el nombre del Señor es una revelación sobre Cristo, no una doctrina. 

Tiene que haber un día en que Dios abra nuestros ojos para ver el poder y la majestad de este nombre, el cual lleva implícita su exaltación sobre todo nombre, su ascensión, autoridad y señorío sobre todo.

Recordemos que la cruz y este nombre son inseparables. Que la obra de la cruz sea lo suficientemente profunda en nuestra vida para que nos haga saber cómo usar este nombre con relación a los hombres, al diablo y a Dios. Que Dios dé a la Iglesia abundante conocimiento de este nombre, para que ahora mismo le sea restaurado su lugar, su autoridad y su poder. Que la Iglesia disfrute las riquezas espirituales en el nombre del Señor que es su misma persona.

Apuntes del libro La oración. Wachtman Nee


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