El Espíritu en Jesús


El primer aspecto está relacionado con Su ser divino, Su existencia. El Señor Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo. Debido a esto, el Espíritu llegó a ser la esencia de Su ser y vino con la esencia divina. Además, adquirió la esencia humana de parte de María. Esto significa que Su ser, como Dios-hombre, tenía dos esencias: la divina y la humana. Así que, el Señor era tanto Dios como hombre; el Dios completo y un hombre perfecto. 

El segundo aspecto está relacionado con su humanidad y su ministerio terrenal. Por treinta años el Señor Jesús vivió en la tierra como un Dios-hombre, y a esa edad comenzó su ministerio durante tres años y medio. Para realizar Su ministerio en su parte humana necesitaba que el Espíritu de Dios descendiera sobre El ( Marcos 1:9) no en el aspecto esencial, sino en el económico. Este descenso del Espíritu sobre el Señor Jesús tenía como fin que El llevara a cabo el propósito de Dios y no se relacionaba con Su esencia divina (Lucas 4.18).

En Jesús, el Espíritu Santo en el aspecto esencial era Su esencia divina, pero al ser también humano, para llevar a cabo la obra de Dios, necesitaba que el Espíritu Santo descendiera sobre El como la unción en el aspecto de su economía.

Ahora se necesita ver que este Espíritu, el Espíritu que engendra e imparte la esencia divina, nunca se apartó de Él esencialmente. Incluso, mientras clamaba en la cruz: “Dios Mío, Dios Mío, ¿Por qué me has desamparado?” Él aún tenía al Espíritu esencial. Entonces, ¿Quién lo desamparó? Fue el Espíritu que descendió sobre Él y lo ungió, mediante el cual se ofreció como hombre a Dios, este aspecto del Espíritu fue quien lo desamparó en su ministerio terrenal (Heb 9:14).

Después de que Dios aceptara a Cristo como ofrenda todo-inclusiva, el Espíritu que unge lo desamparó económicamente. Sin embargo, el Espíritu divino aún estaba en él esencialmente. Por supuesto, esto no quiere decir que existan dos Espíritus Santos, sino más bien, que el Espíritu Santo, el cual es único, posee dos aspectos: el aspecto esencial y aspecto ministerial.

El aspecto esencial le dio la existencia al Señor Jesús, mientras que el aspecto ministerial lo capacitó para llevar a cabo Su obra, esto es, Su economía y propósito. Debe impresionarnos el hecho de que mientras el Señor Jesús moría en la cruz por nuestros pecados, Dios estaba en él esencialmente.

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