Ser hechos hijos de Dios
Después de la caída del hombre, todos llegamos a ser pecadores e hijos del diablo (Jn. 8:44); pero a pesar de este hecho, Dios nos escogió por medio de la obra redentora de Cristo para que llegásemos a ser Sus hijos. Al recibir la vida y la naturaleza de Dios, nacimos de Él y llegamos a ser hijos Suyos. Ahora no somos simplemente hijos de un ser humano, sino también hijos de Dios. Aun más, no somos hijos solo adoptivos de Dios, sino hijos Suyos engendrados en la vida divina.
La meta y deseo de Dios es producir muchos hijos para Su expresión corporativa.
Él no desea simplemente obtener una expresión individual en la persona de Su Hijo unigénito, sino el Cuerpo, una expresión corporativa compuesta por Sus muchos hijos. Por la eternidad, Dios será expresado por medio del Cuerpo, una entidad corporativa compuesta de Sus muchos hijos glorificados. Éste es Su propósito.Cuando Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo, Su deseo era engendrar muchos hijos por medio de Él, y hacer que Su Hijo unigénito llegara a ser el Primogénito. Aunque el Señor Jesús vino por primera vez como el Hijo unigénito de Dios, cuando Él venga por segunda vez, vendrá como el Hijo primogénito (He. 1:6). Ser el Hijo primogénito significa que Él es el primero entre muchos hijos, el Primogénito entre muchos hermanos (Ro. 8:29).
Antes de la resurrección de Cristo, Dios tenía un solo Hijo unigénito; (Juan 1:18) en otras palabras, Él tenía una sola expresión individual. Pero por medio de la resurrección de Cristo, ahora Él tiene una multitud de hijos, es decir, una expresión corporativa. Aunque la expresión que Dios tiene en el Hijo unigénito es maravillosa, Dios aún desea expresarse en muchos hijos. Su propósito es hacer que el Hijo unigénito sea el Primogénito entre muchos hermanos.
¿Qué significa la filiación divina?
Dios se ha propuesto expresarse a Sí mismo. Pero, a fin de expresarse, Él necesita obtener muchos hijos. No debemos pensar que la salvación es el tema central de la revelación divina. No, el tema central de Su revelación es la filiación divina, que es que Dios desea obtener muchos hijos.De acuerdo con la Biblia, el significado espiritual de la filiación es que un hijo es la expresión del padre que lo engendró. Un hijo expresa siempre a su padre. Cuando uno mira a un niño, puede ver en él la expresión de su padre. Tal vez un padre requiera de un solo hijo que le exprese, pero el Padre divino, quien es infinitamente admirable y maravilloso, necesita de millones de hijos que le expresen.
Un día la tierra será llena de los hijos de Dios y adondequiera que vayamos veremos la imagen del Padre, la expresión de Dios. Si usted lee detenidamente el Nuevo Testamento, verá que Dios no desea una compañía de pecadores redimidos y lavados, que hayan sido llevados al cielo. Lo que Dios desea en realidad es obtener muchos hijos que sean Su expresión corporativa y universal. Así, dondequiera que estos hijos estén, el Padre será expresado. En esto consiste la filiación. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn. 3:1). Éste es el concepto fundamental hallado en las Escrituras.
Si usted pasa algún tiempo con un padre y su hijo, descubrirá que el hijo no solamente lleva la imagen de su padre, sino que también posee su naturaleza. Por el hecho de ser el hijo del padre, el hijo posee la naturaleza de su padre. Del mismo modo, si verdaderamente hemos nacido de Dios, entonces poseemos Su naturaleza. La naturaleza que se encuentra en la vida es algo realmente significativo. Cada vida posee su propia naturaleza. La naturaleza de cierta vida es la sustancia misma de esa vida. Si la naturaleza no está presente, tampoco lo está la vida. Sin importar de cuál vida se trate, ya sea la vida vegetal, animal, humana o divina, mientras se trate de una vida, ésta tendrá su respectiva naturaleza.
La sustancia y esencia de una vida es su naturaleza. Lo que la naturaleza es, también lo es la vida. Un manzano produce manzanas debido a la naturaleza del manzano. Del mismo modo, un perro tiene la vida de un perro porque ésta tiene una naturaleza canina, y un hombre posee la vida humana porque éste tiene una naturaleza humana. ¿Podríamos nosotros ser humanos sino tuviésemos una naturaleza humana? Por supuesto que no. La razón por la que somos seres humanos es que tenemos una naturaleza humana. Es debido a la naturaleza humana que todo lo que hacemos, pensamos y decimos tiene las características humanas. De la misma manera, todo lo que un perro hace corresponde con su naturaleza canina. Esta naturaleza es la fuente de la ley de la vida.
La meta de la elección y la predestinación de Dios es “la filiación”. En la Biblia la palabra filiación principalmente se relaciona con dos aspectos: la madurez en la vida divina y la posición de heredar todo lo que Dios es.
Un niño puede tener la vida de su padre, pero debido a su condición de niño no está capacitado para heredar todo lo que su padre posee. Solamente cuando haya crecido y madurado podrá recibir la herencia. Lo mismo sucede con nosotros. Dios nos escogió para que fuéramos Sus hijos, maduros y llenos de la vida divina. Posiblemente usted tenga la vida divina del Padre, la cual lo constituye en Su hijo; sin embargo, Dios no sólo lo escogió y predestinó para que fuera simplemente Su hijo, sino para que llegara a ser un hijo plenamente maduro en la vida divina, pues sólo así usted será apto para heredar todo lo que Dios es y ha obtenido.
¡Cuán maravilloso es esto! Aunque hoy no nos veamos iguales a El, confiamos en el hecho de que El nos eligió y que un día seremos los muchos hijos de Dios maduros, llenos de Su vida y de Su autoridad, para expresarle y representarle. En la actualidad la iglesia, el Cuerpo de Cristo, es la expresión única de Dios, y la Nueva Jerusalén lo será en el futuro.
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