La economía de Dios
En Efesios 3:9 Pablo dijo que había sido llamado para “Aclarar a todos cuál sea la dispensación o economía del misterio escondido desde los siglos “ En Efesios 1:9-11 nos dice que La Economía de Dios, que según Su deseo, planeó y se propuso en Sí mismo, es que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas en la plenitud de los tiempos.
En estos dos versículos se usa la palabra dispensación o administración en el griego se usa la palabra "oikonomía" que se compone a su vez de dos palabras, oikos (significa casa) y nomos (significa ley o gestión). De ahí que oikonomía se refiere a la gestión o manejo de la casa, los arreglos administrativos en relación con la familia.
Todo en cúanto a La Economía de Dios esta relacionado con su Propósito debido que es la manera en que Dios lleva a cabo el deseo de Su corazón de entrar en el hombre. Este es el misterio oculto de Dios, Su propósito eterno que es dispensarse a Sí mismo mediante Su Espíritu en Su pueblo escogido.
La Economía divina es el arreglo administrativo de Dios en relación con Su casa, es decir, Su familia, el cúal realiza mediante el impartir y dispensar de su vida divina, al darse a Sí mismo para forjarse dentro de Sus hijos, a fín de obtener una familia genuina, la iglesia, que lo exprese. ¿Qué significa que Dios se forja en el Hombre? Cristo es el molde, y Dios desea conformar y moldear al hombre a la imagen de Cristo mediante su impartir de Su vida dentro de él para su transformación. (Rom 8:29, 2 Cor 3:18)
Existe una gran diferencia entre la economía de Dios y el concepto natural humano. Nuestra tendencia natural consiste en que una vez que somos salvos tratamos de mejorar nuestro comportamiento. Es probable que todo cristiano sincero haya tomado esta decisión alguna vez. Conforme a nuestra tendencia natural, pensamos que debemos enmendarnos. Tan pronto como nos damos cuenta de nuestras debilidades, le rogamos a Dios que nos ayude; sin embargo, El no contesta a esta clase de oraciones. Cuanto más le pidamos que nos ayude a mejorarnos, menos lo hará. Al contrario, es posible que nuestro comportamiento empeore, debido a que nuestro concepto de recibir ayuda de Dios para mejorar nuestro comportamiento va en contra de Su economía.
Los cristianos han caído en la trampa de esforzarse por mejorar su carácter. Le damos gracias al Señor porque en Su recobro, estamos siendo rescatados de esta trampa. Hace muchos años, yo mismo solía pedirle al Señor que me ayudara a mejorar mi comportamiento. Quería convertirme en un ser humano muy refinado. En particular, anhelaba amar más a mi esposa. Cuando me di cuenta de mi ineptitud, le pedí ayuda al Señor. Ahora, en lugar de orar de esta manera, disfruto la economía de Dios. Puedo ver que Su intención es impartirse a Sí mismo en mi ser para que yo lo viva a El.
Podríamos usar otras palabras para describir el deseo que Dios tiene de impartirse en nosotros. Dios quiere regarnos, nutrirnos, refrescarnos y alimentarnos, lo cual muestra que El quiere ser nuestra vida, nuestro suministro de vida, nuestro alimento, nuestra bebida y nuestro aire. El es la comida que nos nutre, la bebida que calma nuestra sed, el aire que nos refresca y el suministro de vida que nos enriquece. Como persona divina, El infunde en nosotros Sus elementos y nos hace semejantes a El en vida y naturaleza.
En Su economía, Dios no busca mejorarnos externamente. En lugar de esto, nos transmite todo lo que El es. La diferencia entre la corrección externa y la transfusión interna, es la misma que se observa entre una persona que se maquilla para tener una apariencia saludable y otra que lo es porque sigue una buena dieta. El método humano es el del maquillaje, pero la manera de Dios consiste en transformarnos metabólicamente, nutriéndonos, refrescándonos, regándonos, enriqueciéndonos y fortaleciéndonos. En esto consiste la economía de Dios. Dios nos nutre, riega, alimenta, refresca e ilumina ricamente.
¡Oh, Su resplandor trae consigo Sus riquezas! El aire, el agua y los alimentos nos suministran también Sus riquezas. En la Biblia, Dios se compara a Sí mismo con el alimento, el agua, el aire y el sol. Salmos 84:11 dice que el Señor es nuestro sol. Dios no sólo nos enseña, sino que además nos nutre, nos riega e infunde Sus riquezas en nuestro ser. Esta es la manera en que Dios obra.
La economía de Dios consiste en que El mismo se imparte y se forja en nosotros para que lo tomemos como nuestra vida y provisión de vida, y así lo vivamos a El. Esto no significa mejorar nuestro carácter humano, sino vivir a Dios mismo. Conforme a Su economía, la intención de Dios es impartir Su elemento, Su sustancia y los ingredientes de Su naturaleza en nuestro ser, a fin de que lo vivamos a El.
Dios nos transmite Sus riquezas a fin de que lo vivamos a El. Los nutriólogos afirman que nosotros somos lo que comemos. Si acostumbramos a comer mucho cierto alimento, éste llegará a ser el principal elemento de nuestra constitución. Cuando era joven, noté que todos los que vivían en casa de mis abuelos olían a pescado. Mi madre me dijo que la gente de esa región tenía por costumbre comer pescado tres veces al día. Así que, por comer tanto pescado, llegaron a ser una constitución de lo que comían. Esto comprueba el hecho de que somos lo que comemos. Si comemos a Cristo, estaremos constituidos de El.
La economía de Dios consiste en comer a Cristo y en que El sea el principal elemento constitutivo de nuestro ser. En Juan 6, el Señor Jesús declara que El es el pan de vida que descendió del cielo, y que todo aquel que le coma vivirá por causa El (vs. 35, 41, 57). Luego, en Juan 7, El hace el siguiente llamado: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (v. 37). El Señor Jesús dijo esto acerca del Espíritu. Más adelante, en Apocalipsis 22:17, El repite el mismo llamado a venir y beber. El Señor nos llama a beber del Espíritu, esto es, del Dios Triuno procesado. El Dios Triuno ha pasado por las etapas de un proceso divino. Por esta razón, El es ahora una bebida universal, preparada y disponible.
Espero que nos haya quedado claro que no necesitamos enmendarnos ni corregirnos. Nuestra principal necesidad es recibir al Dios Triuno, comiéndole y bebiéndole. Dios dispuso que participáramos de El, comiéndole y bebiéndole.
En Conclusión: La salvación del hombre no es la meta, ni la consumación de la economía de Dios, sino simplemente un procedimiento, proceso o medio, por el cual Dios llega a su meta. La meta del propósito de Dios por medio de impartirse en nosotros es edificar Su morada eterna en el Hombre. Este edificio es la iglesia hoy, y la Nueva Jerusalén en la eternidad.