El Plan eterno de Dios


Este plan de Dios consiste en que Dios obtenga un grupo de personas como vaso corporativo que le contengan a fin de que Él pueda ser expresado por medio de ellos. Dios tiene un plan, Él también labora para realizarlo. La Biblia comienza con un relato sobre la primera obra de Dios —la creación—, y termina presentándonos una ciudad llamada “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén” (Ap. 21:2). Esta ciudad no es resultado de la obra creadora de Dios, sino de Su obra edificadora. Dios comienza con la creación y termina con la edificación.

La creación es Su primer paso, y la edificación es Su paso final. Entre los dos extremos de la Biblia, es decir, entre la creación y el edificio, Dios toma cinco pasos principales y consuma cinco hechos principales, a saber: la redención, la regeneración, la transformación, la conformación y la glorificación. Debemos grabar estos cinco hechos principales en nuestro corazón.

Debido a que éramos personas caídas, Dios vino a redimirnos; luego, después de efectuar la redención, Dios en el Hijo entró en nosotros para ser nuestra vida. Ahora, además de nuestra vida natural, tenemos una vida espiritual: la vida divina. Esta vida nos regeneró, haciéndonos nacer de nuevo. Una vez que hemos sido regenerados, esta vida en nuestro interior comienza a transformarnos mediante un proceso metabólico, infundiendo en nosotros la propia naturaleza de Dios. Posteriormente, además de transformarnos, Dios da otro paso al conformarnos a Su imagen. Todos los creyentes gradualmente obtendrán la imagen de Dios y serán como Él. Finalmente, Dios nos introducirá en la gloria, haciéndonos la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es el edificio de Dios.

Ésta es una visión panorámica de toda la Biblia. Ahora consideremos cómo Dios lleva a cabo Su plan. Con palabras sencillas esperamos presentar un cuadro de la manera en que Dios logra esto. A fin de llevar a cabo Su plan, Dios ha dado dos pasos.

El primer paso fue que Dios se hizo carne. Si Él no se hubiera hecho carne, no habría tenido la manera de efectuar la redención. Así que, a fin de redimirnos, Dios vino del cielo a la tierra, introdujo la divinidad en la humanidad y se hizo carne. Aquel que se hizo carne, Dios mismo, es Jesucristo nuestro Señor. Él vivió en la tierra como hombre por más de treinta años y, al final de Su vida, fue clavado en la cruz, donde derramó Su preciosa sangre para efectuar la redención y así resolver el problema correspondiente a nuestro pecado y a toda cosa negativa.

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.(1 Co. 15:45) El segundo paso es que el Señor llegó a ser el Espíritu vivificante. Antes de que viniera Jesús todos conocíamos que Dios se manifestaba como el Espíritu de Jehová, pero luego este Espíritu en el nuevo testamento se manifestaba como el Espíritu de Jesucristo, debido que en El se encuentra ahora todo lo que Cristo realizó para darnos salvación y vida. Es decir, Dios, a fin de redimirnos, entró en la muerte y pasó por ella. la muerte no tuvo poder alguno, así que Él pasó por la muerte y salió de ella. Ésta fue Su resurrección. En la resurrección su Espíritu llegó a ser el Espíritu vivificante que nos da vida; a fin entrar en nosotros y ser nuestra vida.

El hecho de que el postrer Adán se hiciera el Espíritu vivificante indica que Dios pasó por un proceso. Dios pasó por la encarnación, la vida humana, la crucifixión y la resurrección, para finalmente poder ser el Espíritu vivificante. Como tal, es Cristo quien viene y entra en los creyentes. Este Cristo mora en los creyentes para que ellos lo experimenten, y nunca los dejara.

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